El Vidajena
Por: Redacción -
El paciero Leonardo llegó un día por el patio limoso llevando un perro fino, de alto pedigrí. El can era grandulazo, pero de aspecto amistoso. Leonardo gritó que vendía el perrazo porque había caído en la podrida y no tenía cómo mantenerlo. Los vecinos quedaron encantados con el perro que según su dueño se llamaba Lucerno y aunque tenía los ojos amarillos que destellaban fuego cuando se ponía bravo, no echaba candela como los perros que afirman son enviados por Lucifer.