Despaigne vive su gran sueño
El tirador ya hizo una prueba ante un ojeador de los Filis de Filadelfia. Superada la entrada principal del estadio de béisbol de Viladecans, al otro
El tirador ya hizo una prueba ante un ojeador de los Filis de Filadelfia.
Superada la entrada principal del estadio de béisbol de Viladecans, al otro lado del graderío se escucha el feroz zumbido de una bola rápida y su impacto con el cuero.
“Ahora, curva”, solicita Claudio Scerrato, ojeador de los Filis desplazado a esta localidad satélite de Barcelona para presenciar las evoluciones del cotizado lanzador cubano Odrisamer Despaigne.
Luego vienen la bola cortada y el lanzamiento estrella: un cambio de ritmo de lujo. Y vuelve a empezar con la rápida.
“¡Buen control!”, exclama Scerrato, radar en mano y con marca de Grandes Ligas en pantalla: 91 millas.
Despaigne, uno de los mejores lanzadores de Cuba, no suelta el brazo ante un público cuantioso desde que lo hiciera para Industriales, el equipo de sus amores y puntero de la Isla, hace ya unos meses, antes de que forzara otro brusco cambio, pero en su vida.
El pasado 29 de junio, este hijo de La Habana abrió la puerta de sus sueños en un aeropuerto de París, dejó atrás a sus compañeros de la selección cubana y el torneo programado en Holanda, y se puso rumbo a Viladecans donde se reunió con su padre, al que no veía desde que también abandonara Cuba 11 años atrás.