Hacen lo que les da la gana

Por: Roberto Acuña /[email protected] /@RobertoAcuna14 -

Dentro de toda organización o agrupación deben existir normas de conductas que guíen las actuaciones de los individuos, que orienten sobre las acciones a tomar o el camino a seguir frente a determinadas situaciones o circunstancias.

La Fepafut parece que no ha establecido reglas en la “sele” o, tal vez, no se siente con la suficiente moral para hacerlas cumplir.

Solo así puede entenderse que al técnico de nuestra selección, Hernán “El Bolillo” Gómez, no se le haga un llamado de atención por negarse a dar declaraciones a la prensa deportiva; que un jugador como Armando Cooper ya lleve más de un año sin presentarse a las conferencias de prensa; que el capitán de nuestra selección nacional, Felipe Baloy, se tome la tarea de atacar a periodistas y, lo que considero aún más grave, a la afición, so pretexto de defender al amigo del alma (‘Gavilán’ Gómez).

Cuando no se imponen reglas ni procedimientos, es muy probable que cada quien actúe de acuerdo a lo que cree. Y eso no debe ser, porque podría instalarse la anarquía.

Cuando en Argentina se acusaba a Lionel Messi de “pecho frío” y de “no sentir” la albiceleste, su compañero Javier Mascherano tuvo una salida elegante al responder que 'eso le dolía mucho', pero ante tan hirientes acusaciones, jamás tildó de 'ignorante' a la hinchada, como desafortunadamente lo hizo Baloy. Siempre habrá críticas, para bien o para mal y eso nadie lo va a detener.

Esto de esconderse en los momentos críticos, de no sentirse obligados a dar explicaciones ni rendir cuentas, de lanzar insultos cuando lo estiman conveniente se está haciendo una mala costumbre. Y no se da solo a nivel de jugadores, directivos y el jefe del cuerpo técnico.
Por ejemplo, es inaudito que tras darse un caso de dopaje (el de Richard Peralta) el “jefe del cuerpo médico” de nuestras selecciones no salga a dar una explicación sobre el cómo y por qué ocurrió.

Esta parece la federación del yo hago lo que me da la gana, en la que las metidas de pata de jugadores, cuerpo técnico y administrativos se encubren, según el padrino que tengas y de quién seas. Una federación en la que nadie se siente obligado ni presionado a afrontar sus errores y consecuencias, y en la que, al parecer, se  pretende calmar el fuego con más fuego. ¡Craso error!



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