Golazo - 07/11/13 - 06:47 PM
La interminable saga de Mike Tyson
El sexo aparece con lujo de detalles, y Tyson habla bastante de las mujeres que pasaron por su vida. Una excepción es Desiree Washington, la concursante de un certamen de belleza que acusó a Tyson de violarla en Indianápolis, un delito por el que el púgil estuvo tres años en prisión.
EE.UU
AP
La vida de Mike Tyson es la historia de nunca acabar.
En algún momento fue el hombre más temido del planeta, un campeón del peso completo que aterrorizaba al que se cruzara en su camino, dentro o fuera del cuadrilátero. Más recientemente, se destapó como una persona atormentada, con un monólogo en Broadway que Spike Lee convirtió en un progama especial de televisión que será transmitido el 16 de noviembre por HBO.
Resulta que Tyson no nos había contado todo. Pero no hay que preocuparse, ya que se encargó de eso con una autobiografía que destapa hasta los rincones más retorcidos de su vida.
El título es ``Undisputed Truth'' (La Verdad Indiscutida), y la realidad es que Mike Tyson es un tipo con muchos problemas. Está desesperado por apaciguar sus demonios, pero el libro necesitó un epílogo adicional escrito justo antes de su impresión para hablar sobre la más reciente recaída de Tyson con el alcohol.
Y aunque la situación haya mejorado últimamente en el mundo de Tyson, el exboxeador advierte que en cualquier momento puede caer al precipicio.
``A veces fantaseo con volarle la cabeza a alguien para ir a prisión por el resto de mi vida'', escribe. ``Trabajar en este libro me hace pensar que toda mi vida ha sido una broma''.
Aunque desde hace algún tiempo Tyson se dedicó más a su familia, la comedia y una vida relativamente sana, recuerda que vive a diario con la sombra de un drogadicto al que le encantaba inhalar cocaína y emborracharse, y que estaba en una constante búsqueda de mujeres para llevar a la cama.
El sexo aparece con lujo de detalles, y Tyson habla bastante de las mujeres que pasaron por su vida. Una excepción es Desiree Washington, la concursante de un certamen de belleza que acusó a Tyson de violarla en Indianápolis, un delito por el que el púgil estuvo tres años en prisión.
``¿Cómo puedes violar a alguien que viene a tu habitación de hotel a las dos de la mañana?'', pregunta.
Incluso en la cárcel, Tyson tuvo bastante actividad sexual, primero gracias a visitantes, y después con una consejera de rehabilitación de drogas a la que Tyson le envió 10.000 dólares para arreglar el techo de su casa.
``Tenía tantas relaciones sexuales que estaba demasiado cansado incluso para ir al gimnasio'', escribió Tyson. ``Me quedaba todo el día en mi celda''.
La narración es en primera persona, pero fue escrita por Larry Sloman. Sus páginas permiten una mirada fascinante a una vida que ha sido bien documentada. El lenguaje es tan crudo y soez que Tyson tiene que explicar algunas de las palabras que utiliza para referirse a las mujeres y los negros en un capítulo aparte al final.
También tiene sus pasajes graciosos, como cuando Tyson se olvidó de un maletín con un millón de dólares en efectivo, y que uno de sus allegados recuperó una semana después.
``Había tenido un día bastante loco en la ciudad y olvidé dónde lo dejé'', dijo Tyson.
Tyson no escatima la autocrítica, lamentando su falta de autocontrol. Pero también lanza dardos a quienes lo rodearon en una carrera en la que generó más de 300 millones de dólares, pero que lo dejó en la bancarrota.
Catalogó a su primera esposa Robin Givens como una arpía que lo hizo comportarse como un perrito entrenado, a Evander Holyfield como un tramposo ligado con el uso de esteroides, y acusó al árbitro Mitch Halpern de estar borracho en el cuadrilátero durante su primera pelea con Holyfield en 1996.
Pero sus mayores cañonazos son para su ex promotor Don King.
``Cuando pienso en todas las cosas horribles que Don me hizo durante tantos años, todavía me dan ganas de matarlo'', señaló.
Tyson relata historias inesperadas, como el día que supuestamente encontró al actor Brad Pitt en la casa de Givens. Cuando Tyson los encaró, Pitt habría dicho, ``no me pegues, no me pegues. Solo estábamos repasando un libreto''.
¿Y qué hay del tatuaje tribal que tiene en el rostro? Se suponía que fuesen unos corazones, pero quien se lo hizo lo convenció de cambiarlo.
AP
La vida de Mike Tyson es la historia de nunca acabar.
En algún momento fue el hombre más temido del planeta, un campeón del peso completo que aterrorizaba al que se cruzara en su camino, dentro o fuera del cuadrilátero. Más recientemente, se destapó como una persona atormentada, con un monólogo en Broadway que Spike Lee convirtió en un progama especial de televisión que será transmitido el 16 de noviembre por HBO.
Resulta que Tyson no nos había contado todo. Pero no hay que preocuparse, ya que se encargó de eso con una autobiografía que destapa hasta los rincones más retorcidos de su vida.
El título es ``Undisputed Truth'' (La Verdad Indiscutida), y la realidad es que Mike Tyson es un tipo con muchos problemas. Está desesperado por apaciguar sus demonios, pero el libro necesitó un epílogo adicional escrito justo antes de su impresión para hablar sobre la más reciente recaída de Tyson con el alcohol.
Y aunque la situación haya mejorado últimamente en el mundo de Tyson, el exboxeador advierte que en cualquier momento puede caer al precipicio.
``A veces fantaseo con volarle la cabeza a alguien para ir a prisión por el resto de mi vida'', escribe. ``Trabajar en este libro me hace pensar que toda mi vida ha sido una broma''.
Aunque desde hace algún tiempo Tyson se dedicó más a su familia, la comedia y una vida relativamente sana, recuerda que vive a diario con la sombra de un drogadicto al que le encantaba inhalar cocaína y emborracharse, y que estaba en una constante búsqueda de mujeres para llevar a la cama.
El sexo aparece con lujo de detalles, y Tyson habla bastante de las mujeres que pasaron por su vida. Una excepción es Desiree Washington, la concursante de un certamen de belleza que acusó a Tyson de violarla en Indianápolis, un delito por el que el púgil estuvo tres años en prisión.
``¿Cómo puedes violar a alguien que viene a tu habitación de hotel a las dos de la mañana?'', pregunta.
Incluso en la cárcel, Tyson tuvo bastante actividad sexual, primero gracias a visitantes, y después con una consejera de rehabilitación de drogas a la que Tyson le envió 10.000 dólares para arreglar el techo de su casa.
``Tenía tantas relaciones sexuales que estaba demasiado cansado incluso para ir al gimnasio'', escribió Tyson. ``Me quedaba todo el día en mi celda''.
La narración es en primera persona, pero fue escrita por Larry Sloman. Sus páginas permiten una mirada fascinante a una vida que ha sido bien documentada. El lenguaje es tan crudo y soez que Tyson tiene que explicar algunas de las palabras que utiliza para referirse a las mujeres y los negros en un capítulo aparte al final.
También tiene sus pasajes graciosos, como cuando Tyson se olvidó de un maletín con un millón de dólares en efectivo, y que uno de sus allegados recuperó una semana después.
``Había tenido un día bastante loco en la ciudad y olvidé dónde lo dejé'', dijo Tyson.
Tyson no escatima la autocrítica, lamentando su falta de autocontrol. Pero también lanza dardos a quienes lo rodearon en una carrera en la que generó más de 300 millones de dólares, pero que lo dejó en la bancarrota.
Catalogó a su primera esposa Robin Givens como una arpía que lo hizo comportarse como un perrito entrenado, a Evander Holyfield como un tramposo ligado con el uso de esteroides, y acusó al árbitro Mitch Halpern de estar borracho en el cuadrilátero durante su primera pelea con Holyfield en 1996.
Pero sus mayores cañonazos son para su ex promotor Don King.
``Cuando pienso en todas las cosas horribles que Don me hizo durante tantos años, todavía me dan ganas de matarlo'', señaló.
Tyson relata historias inesperadas, como el día que supuestamente encontró al actor Brad Pitt en la casa de Givens. Cuando Tyson los encaró, Pitt habría dicho, ``no me pegues, no me pegues. Solo estábamos repasando un libreto''.
¿Y qué hay del tatuaje tribal que tiene en el rostro? Se suponía que fuesen unos corazones, pero quien se lo hizo lo convenció de cambiarlo.