Mutación por dopaje
La desgarradora historia de Heidi Kreiger, quien desde los 15 años fue bombardeada con productos dopantes que cambiaron su fisonomía. En Alemania se investiga
La desgarradora historia de Heidi Kreiger, quien desde los 15 años fue bombardeada con productos dopantes que cambiaron su fisonomía.
En Alemania se investiga el dopaje desdes 1950 hasta la fecha.
Andreas Krieger no siempre fue Andreas Krieger. Hubo un tiempo en el que respondió al nombre de Heidi Krieger (1966).
Andrea Krieger nació en 1998, mismo año en el murió Heidi, una ex- atleta alemana que a los 16 años fue sometida al consumo indiscriminado de sustancias dopantes, entre ellas anabolizantes y testosterona que la condujeron a cambiar de sexo porque a esa altura de su vida (32 años) no se sentía una mujer.
La historia de Heidi o Andreas, como la quieran llamar, vuelve a cobrar notoriedad, luego de que en Alemania se filtrara a la prensa un informe del Ministerio del Interior en el que se concluye que los deportistas de Alemania Oriental y también los de la vieja República Federal de Alemania fueron dopados sistemáticamente en el marco de un programa avalado por ambos Gobiernos en una época en la que ambos países estaban separados por un muro.
El estudio denominado "Dopaje en Alemania desde 1950 hasta hoy desde una perspectiva histórico-sociológica en el contexto de su legitimación ética", dice que a comienzos de los años 70 se suministraron sustancias dopantes a atletas menores de edad y que a finales de los 80 se investigó cómo el EPO podía mejorar el rendimiento deportivo.
La desgarradora historia de Heidi, que nació mujer, y el dopaje sistemático la hizo mutar hasta transformarla en un hombre, desvela lo aberrante que fueron los dirigentes políticos de la extinta República Democrática Alemana (RDA) que utilizaron a sus atletas como instrumentos para contar las medallas.
La exlanzadora de peso describe que un año después de ingresar a la escuela de Deportes de Berlín, a los 15 años comenzó a tomar, por orden de sus entrenadores y médicos, una pastilla de color azul. “Me decían que eran vitaminas”, recordó en una nota en el diario El Mundo.
Esa píldora azul era un compuesto diseñado por la RDA llamada Oral Turinabol, un esteroides androgénico (hormona masculina) con fines anabolizantes.
El coctel dopante para Heidi comenzó el primer año con 17 miligramos a la semana (885 miligramos al año). La dosis fue en aumento a medida que pasaban los años hasta llegar a los 50 miligramos a la semana (2590 miligramos anuales). Ben Johnson --descalificado por dopaje en los Juegos Olímpicos de Seúl 1988-- tomó 900 miligramos de testosterona al año, mientras que las mujeres del régimen de la RDA consumían de 2,000 a 3,000 miligramos por año.
“Se transformó mi estructura muscular, la voz se me hizo más grave, me creció mucho vello y se modificaron mis órganos”, recuerda la exatleta.
Según Heidi, en aquella época (1982) le llegaron a controlar su ciclo menstrual, y los músculos se le desarrollaron al punto que “me parecía al muñeco de Michellin”.
En lo deportivo, Heidi se convirtió en la campeona europea de lanzamiento de peso a los 20 años.
“Nunca cuestioné si lo que estaba tomando eran hormonas. No pregunté ni tuve sospechas”, aseguró Heidi.
“Sé que las hormonas masculinas tuvieron un efecto importante en mi equilibrio emocional. Todos estos trastorno emocionales me llevaron a no entender mi cuerpo. Pensé en suicidarme porque no quería vivir así. Yo no le gustaba a los hombres, ni ellos a mí, sí me atraían las mujeres, pero no me consideraba lesbiana. Entonces algo no funcionaba. No sé cómo había sido mi vida sin las hormonas, igual habría sido madre de cinco hijos“, declaró en una entrevista reproducida por la Cadena Ser.
Heidi recuerda que era una chica delgada, casi esquelética, era muy alta, medía de 1.85 metros y pensaba 65 kilos. Tenía medidas de modelo, pero a los 18 años pesó 100 kilos.
“Nunca oí las palabras dopaje y hormonas, nunca se dijo que fuese algo prohibido. Nunca tuve la posibilidad de decir que no quería tomar hormonas. Tenía 16 años y era mi entrenador quien me daba aquellas pastillas azules. Me robaron mi historia”, recrimina Heidi.
Sobre aquella medalla de oro en el Europeo de atletismo, la exatleta recordó que sus vecinos la recibieron con flores. “Esa medalla no tenía ningún valor para mí y por eso la doné a una asociación antidopaje. Les pedí que hicieran algo con ella, pero que no la tiraran a la basura porque eso lo podía hacer yo”, razonó Krieger, quien fue la atleta N.° 54.
Heidi siente indignación, ya que a su juicio, luego de la unificación alemana, la del Oeste aprovechó los conocimientos de los entrenadores de la RDA. “Estos entrenadores de la Alemania del Este sabían fabricar campeones. Hoy continúan produciendo medallas y esto cuenta más que la moral”, acusa.
“Pudo cambiar mi físico, pero Heidi sigue existiendo dentro de mí, la he aceptado, es parte de mi vida y siempre estará allí porque ella es importante”, reflexiona Andreas que en 2002 se casó con Ute Krause, con quien cría a su hija adoptiva Karol.