La Voz Del Interior - 30/3/14 - 05:07 AM

Desaparecen los sastres

Basta dar una mirada al pasado inmediato para percatarnos del vacío que están dejando en Panamá Oeste los sastres, que en estrechos o amplios espacios,

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Reynaldo Núñez Montoto / Reynaldo Núñez Montoto

Basta dar una mirada al pasado inmediato para percatarnos del vacío que están dejando en Panamá Oeste los sastres, que en estrechos o amplios espacios, saturados de telas multicolores, nos aguardaban con la cinta métrica al hombro, para atendernos, tomar las medidas y confeccionar los atuendos de nuestra predilección.

Generalmente conversadores, estos trabajadores se convertían en personalidades en las comunidades donde laboraban, porque su trabajo les permitía relacionarse con las personalidades lugareñas, así como foráneos, a quienes habían conquistado a través de su costura.

Sin embargo, el tiempo parece haberse puesto en contra del progreso de estos hombres que, a punta de sudor e iniciativa, lograron criar y educar a sus hijos, forjarse un modus vivendi confortable, y permitirse algunas comodidades que quizá otra profesión no les hubiera dado.

Anel Ernesto Rodríguez, un sastre con una experiencia acumulada de medio siglo, añora los tiempos pasados y atribuye la baja de la sastrería a varios aspectos. Entre los que resalta: la venta de ropa barata en los almacenes, competencia desleal, el cierre de escuelas calificadas de sastrería, la presencia de especuladores foráneos que contratan mano de obra no calificada y, por otro lado, la apatía de muchas personas a lo que es el buen vestir.

Anel, quien se jubiló en una empresa dedicada a la costura de ropa para hombres y mantiene en su residencia en Arraiján una pequeña sastrería, resume su panorama y el de sus colegas, manifestando que en tiempos de inicio de clases, en fiestas patrias, en Navidad, Año Nuevo y prácticamente todo el año, tenían que rechazar costuras porque estaban saturados. Actualmente, en apertura del año lectivo como el que acaba de iniciar, solo reciben uniformes “para ajustarlos”. “Ya ha pasado un mes, y todavía no los han retirado”.

Carlos Estrada, también sastre de La Chorrera, cambió la sastrería y actualmente se dedica a manejar un taxi, “porque le resulta más rentable”.


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