Autodefensas libran guerra
Para el campesino Hipólito Mora, el momento de organizarse y tomar las armas llegó cuando una compañía empacadora controlada por un brutal cartel de narcotraficantes se negó
Para el campesino Hipólito Mora, el momento de organizarse y tomar las armas llegó cuando una compañía empacadora controlada por un brutal cartel de narcotraficantes se negó a comprar las limas que cultivaba. Para el obispo Miguel Patiño Velázquez, fue cuando vio que los civiles se veían obligados a pelear con sus propias armas. Leticia, una peona de campo demasiado asustada como para dar su apellido, dice que el día en que vio el secuestro de un conductor de taxis frente a sus dos hijos pequeños decidió que debía sumarse a quienes estaban tomando la ley en sus propias manos.
Para todos estos mexicanos, esos episodios fueron la gota que colmó el vaso, la coronación de años de terror bajo el yugo de los Caballeros Templarios en el Valle de Apatzingán, una zona verde, cubierta de frutales y rodeada de picos color gris azulado.
“Vivíamos sometidos, amenazados por el crimen organizado”, expresó Leticia, de 40 años, quien vive de la recolección de frutas y la venta de pollos. “Querían tratarnos como animales”.
Ocho meses después de que estos grupos de autodefensa comenzaron a funcionar, dicen que han expulsado al cartel de seis municipalidades en la Tierra Caliente, un apodo que alude al calor de la zona, pero también refleja las actividades delictivas que allí proliferan. Lo que es más, los líderes de los grupos de autodefensa, que claramente violan las leyes al tomar las armas para combatir la delincuencia, dicen que el Gobierno Nacional ya no los detiene, sino que los recluta para ayudarlos a identificar a miembros de los carteles.
Los grupos de autodefensa comenzaron con unas pocas decenas de civiles de dos comunidades: los recolectores de limas y hacendados y propietarios de comercios que empezaron a patrullar las calles, establecieron puestos de control y emboscaron a miembros de los Caballeros Templarios que se paseaban con armas pesadas y vehículos todoterreno. Hoy las autodefensas cuentan con varios miles de efectivos en un valle de más de 300,000 personas y compiten con el cartel en número, aunque no en poder de fuego.