Mundo - 28/10/13 - 08:29 AM
Turquía celebra sus 90 años
En este sentido, Erdogan no sería el segundo Atat rk, sino su antítesis histórica, capaz de poner fin a una época iniciada en 1923, concluye el catedrático Rasit Kaya.
Ankara
EFE
Un túnel bajo el Bósforo, la primera comunicación directa por vía férrea entre Europa y Asia, es la "obra magna" con la que Turquía celebra esta semana sus 90 años como Estado moderno y laico, un acto que entronca directamente con las primeras décadas de la república.
El afán del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, de modernizar Turquía mediante grandes proyectos de infraestructuras es para muchos señal de que aspira a compararse al fundador de la República, Mustafa Kemal "Atat rk", algo que ningún otro político turco se ha atrevido a sugerir hasta hoy.
"Hemos superado la plusmarca de la historia de la república: si en 79 años se habían construido 6.100 kilómetros de carreteras de doble vía, y en los últimos 11 años hemos construido 17.000 kilómetros", asegura Erdogan, en el poder desde 2002.
Incluso ha llegado a ridiculizar uno de los himnos de los inicios de la República, al señalar que quien "tricotó un país nuevo con una red de vías férreas" no eran los kemalistas sino su propio partido, el moderadamente islamista Justicia y Desarrollo (AKP).
Son frases como éstas las que enfurecen a la oposición secular, que acusa a Erdogan de querer rebajar la figura del idolatrado fundador de la República y desplazarlo del pedestal para colocarse él mismo.
Mustafa Kemal (1881-1938), llamado a partir de 1934 "Atat rk" (padre de los turcos), fue el primer presidente de Turquía tras la desintegración del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial.
Erdogan nunca se ha comparado abiertamente con él, algo que equivaldría a un sacrilegio en Turquía, ni lo ha criticado (lo que sería un delito penal) y normalmente busca sus referencias en la historia otomana, anterior a la fundación del Estado moderno.
Hace tres años, seguidores del AKP colgaron en Mersin, en el sur de Turquía, un enorme cartel que calificaba a Erdogan como "el héroe del pueblo, el segundo Atat rk", aunque la propia comitiva del primer ministro se encargó de retirarlo.
Un sondeo encargado el año pasado por el AKP asegura que un 21,6 % de los jóvenes admira a Erdogan, mientras que sólo un 4,1 % se pronuncia a favor de Atat rk.
Una cifra "poco creíble" y "absurda", señala Rasit Kaya, catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad Técnica de Medio Oriente de Ankara.
"Lejos de tener algo en común, los diez años de gobierno de Erdogan y su ideario representan precisamente la reacción contra los pasos progresistas, a favor de una nueva sociedad, que Atat rk dio al fundar la república (en 1923)", destaca Kaya.
"No hay similitudes, hay contradicciones entre los papeles de ambos", abunda el catedrático en unas declaraciones a Efe en Ankara.
Las protestas del parque Gezi, que se encendieron en mayo como defensa de un espacio verde en Estambul y pronto pasaron a mantener en vilo a todo el país durante dos meses, también han resaltado la incompatibilidad de estas dos visiones del mundo.
El símbolo principal de los manifestantes era la bandera turca, a veces adornada con el retrato de Atat rk, con lo que expresaban su respaldo al proyecto político clásico de Turquía: una república estrictamente laica, con valores basados en el concepto de la nación turca y la igualdad entre mujeres y hombres.
Muy diferente es la visión de Erdogan, que respalda el movimiento de los Hermanos Musulmanes en Egipto y Siria, y calificaba como "nuestras mezquitas" los templos de Damasco y El Cairo.
Erdogan ha señalado más de una vez su voluntad de utilizar el Islam como aglutinador político no sólo para Turquía sino también para forjar alianzas en todo Oriente Medio.
Esta voluntad de erigirse en defensor internacional del Islam recupera la figura de los sultanes otomanos, pero choca frontalmente con la visión de Atat rk, quien depuso al último sultán y eliminó la religión de la Constitución de Turquía.
Una importante parte de los jóvenes que protestaban en Gezi temen precisamente que el afán por islamizar el país, que Erdogan muestra abiertamente desde hace años, eche por tierra 90 años de esfuerzos por mantener separados la política y la religión.
En este sentido, Erdogan no sería el segundo Atat rk, sino su antítesis histórica, capaz de poner fin a una época iniciada en 1923, concluye el catedrático Rasit Kaya.
EFE
Un túnel bajo el Bósforo, la primera comunicación directa por vía férrea entre Europa y Asia, es la "obra magna" con la que Turquía celebra esta semana sus 90 años como Estado moderno y laico, un acto que entronca directamente con las primeras décadas de la república.
El afán del primer ministro, Recep Tayyip Erdogan, de modernizar Turquía mediante grandes proyectos de infraestructuras es para muchos señal de que aspira a compararse al fundador de la República, Mustafa Kemal "Atat rk", algo que ningún otro político turco se ha atrevido a sugerir hasta hoy.
"Hemos superado la plusmarca de la historia de la república: si en 79 años se habían construido 6.100 kilómetros de carreteras de doble vía, y en los últimos 11 años hemos construido 17.000 kilómetros", asegura Erdogan, en el poder desde 2002.
Incluso ha llegado a ridiculizar uno de los himnos de los inicios de la República, al señalar que quien "tricotó un país nuevo con una red de vías férreas" no eran los kemalistas sino su propio partido, el moderadamente islamista Justicia y Desarrollo (AKP).
Son frases como éstas las que enfurecen a la oposición secular, que acusa a Erdogan de querer rebajar la figura del idolatrado fundador de la República y desplazarlo del pedestal para colocarse él mismo.
Mustafa Kemal (1881-1938), llamado a partir de 1934 "Atat rk" (padre de los turcos), fue el primer presidente de Turquía tras la desintegración del Imperio Otomano en la Primera Guerra Mundial.
Erdogan nunca se ha comparado abiertamente con él, algo que equivaldría a un sacrilegio en Turquía, ni lo ha criticado (lo que sería un delito penal) y normalmente busca sus referencias en la historia otomana, anterior a la fundación del Estado moderno.
Hace tres años, seguidores del AKP colgaron en Mersin, en el sur de Turquía, un enorme cartel que calificaba a Erdogan como "el héroe del pueblo, el segundo Atat rk", aunque la propia comitiva del primer ministro se encargó de retirarlo.
Un sondeo encargado el año pasado por el AKP asegura que un 21,6 % de los jóvenes admira a Erdogan, mientras que sólo un 4,1 % se pronuncia a favor de Atat rk.
Una cifra "poco creíble" y "absurda", señala Rasit Kaya, catedrático de Ciencias Políticas en la Universidad Técnica de Medio Oriente de Ankara.
"Lejos de tener algo en común, los diez años de gobierno de Erdogan y su ideario representan precisamente la reacción contra los pasos progresistas, a favor de una nueva sociedad, que Atat rk dio al fundar la república (en 1923)", destaca Kaya.
"No hay similitudes, hay contradicciones entre los papeles de ambos", abunda el catedrático en unas declaraciones a Efe en Ankara.
Las protestas del parque Gezi, que se encendieron en mayo como defensa de un espacio verde en Estambul y pronto pasaron a mantener en vilo a todo el país durante dos meses, también han resaltado la incompatibilidad de estas dos visiones del mundo.
El símbolo principal de los manifestantes era la bandera turca, a veces adornada con el retrato de Atat rk, con lo que expresaban su respaldo al proyecto político clásico de Turquía: una república estrictamente laica, con valores basados en el concepto de la nación turca y la igualdad entre mujeres y hombres.
Muy diferente es la visión de Erdogan, que respalda el movimiento de los Hermanos Musulmanes en Egipto y Siria, y calificaba como "nuestras mezquitas" los templos de Damasco y El Cairo.
Erdogan ha señalado más de una vez su voluntad de utilizar el Islam como aglutinador político no sólo para Turquía sino también para forjar alianzas en todo Oriente Medio.
Esta voluntad de erigirse en defensor internacional del Islam recupera la figura de los sultanes otomanos, pero choca frontalmente con la visión de Atat rk, quien depuso al último sultán y eliminó la religión de la Constitución de Turquía.
Una importante parte de los jóvenes que protestaban en Gezi temen precisamente que el afán por islamizar el país, que Erdogan muestra abiertamente desde hace años, eche por tierra 90 años de esfuerzos por mantener separados la política y la religión.
En este sentido, Erdogan no sería el segundo Atat rk, sino su antítesis histórica, capaz de poner fin a una época iniciada en 1923, concluye el catedrático Rasit Kaya.