El Casco Viejo de la Ciudad
Recuerdo de la infancia
Continuamos con la parte final del artículo de Don Ricardo A. Pardo.
Pues bien son estos recuerdos de la infancia. Hoy el viejo casco ha sido abandonado. Ha perdido todo el esplendor de los primeros años de la independencia.
Su fisonomía ha cambiado por completo. Oscuridad, tiniebla durante las noches. Suciedad que incomoda. Los Parques de la Catedral y Santa Ana presentan cuadros horrorosos de mujeres ociosas y hombres alcoholizados que se duermen en las bancas dando la impresión de cosas desagradables. El ambiente es distinto. La Banda Republicana ha dejado de cumplir con los conciertos no sabemos porque causas en el Parque de Santa Ana. En todos los sectores del viejo casco se registran atracos y robos que mantienen a los ciudadanos respetables alarmados porque a lo largo de avenidas y calles los rateros no desperdician ocasión para cometer sus fechorías.
Y así, en estas condiciones sensibles se vive en el viejo casco de la ciudad, sin las seguridades. Mujeres vestidas en desorden incitando con sus carnes casi desnudas. Hombres embrutecidos por el alcohol que duermen en los zaguanes o en los lugares públicos haciendo sus necesidades fisiológicas con extravagancia condenable. Se ha convertido el viejo casco de la ciudad en pocilga donde solo se respiran los fétidos olores o se miran cosas muy extrañas que en otros tiempos no se veían. Existe un tremendo descuido y eso que a menudo se habla y se escribe respecto a nuevos proyectos de mejoramiento del casco viejo. Ahí, como evidencia innegable, están las murallas de la calle Demetrio H. Brid, colindante con la Planta Eléctrica, situadas entre las calles novena y octava, en estado de deterioro lamentable que constituyen real peligro para las personas que estacionan sus autos en ese sector.
¡Qué cambios de los tiempos!
Veinte y ocho años más tardes el periódico El Panamá América, domingo 29 de diciembre de 2002, Luis Alberto Castillo C. publica el artículo (Parque de Santa Ana: historia y olvido) en donde la realidad de la desidia no ha variado mucho.
¿Cuántas veces hemos pasado por el Parque de Santa Ana y sin mayor reparo lo hacemos con la prisa característica de aquel que acelera el paso para evadir los malos olores, lo que no falta en este lugar? ¡Muchas verdades…!
Sin embargo, este lugar en sus buenos años representó el punto de encuentro de intelectuales, políticos destacados, eruditos, o sencillamente por aquellos que se instalaban para presenciar y deleitarse con las tonadas del Banda Republicana que semanalmente hacía sus apariciones para las tradicionales retretas.
Sin obviar que durante muchos años allí se llevaban a cabo los sorteos de la Lotería Nacional de Beneficencia y muchos años antes las desaparecidas corridas de toros.
La construcción de esta histórica plaza se remonta a mediados del siglo XIX y en sus inicios era considerara como un sitio de segunda clase puesto que se encontraba posterior a la muralla que dividía a la entonces alta sociedad que residía en lo que hoy se conoce como el Casco Antiguo conocido como los de adentro, por encontrarse en el interior del muro y a los demás se les conocía como los de afuera que era la plebe y los del arrabal.
Esta plaza ha jugado un papel importante en la historia del país, sobre todo en los siglos XIX y principio del XX, debido a que los acontecimientos que allí se escenificaron, dejaron huellas, algunas positivas y otras bochornosas, para la Patria.
Ha sido el punto de reunión por excelencia de los panameños políticos que han escogido el lugar para llevar a cabo gigantescas concentraciones políticas a lo largo de nuestra vida departamental y republicana.
También fue el punto de reunión de los dirigentes y seguidores del Movimiento Inquilinario de 1925, que desembocó con la invasión de las tropas del ejército de los Estados Unidos en Panamá. Esta plaza fue el escenario del ataque a la terna presidencial conformada por Guillermo Endara, Guillermo Ford y Ricardo Arias Calderón por miembros de los Batallones de la Dignidad, en mayo de 1989, hechos que causó comentarios desfavorables en el ámbito mundial al entonces régimen militar liderado por el entonces General Manuel Antonio Noriega.
No obstante en la actualidad, la histórica Plaza de Santa Ana es un sitio impregnado de malos olores, orates, indigentes, limpiabotas y suciedad por doquier, que no guarda proporción con el papel que ha jugado este monumento en la historia de Panamá. (Continúa el artículo).