Manuela por Angie
Tiene cintura de avispa; piel blanca con sombras rosaditas. Está delgada. Le guindan unas tetas que caben en mí boca. Culito chiquito, pero bien formadito y tonificado. Tiene boca grande como de traviesa.
Bastaron 8 minutos para desear estar sobre ella.
“11:30 de la noche, se me ha calado el frío. Una copa y otra copa, muchos ojos y los míos y derrapas por mi boca, tu mirada corta filo; y yo sé que me deseas, sé que quieres conmigo”, me cantaba como la Paulina Rubio.
De rubia no tiene nada, pero sí de pelirroja. Le sobra el rojo pasión para calentarme la sangre del nervio... Tiene cintura de avispa; piel blanca con sombras rosaditas. Está delgada. Le guindan unas tetas que caben en mí boca. Culito chiquito, pero bien formadito y tonificado. Tiene boca grande como de traviesa.
Así como inicia la letra de la canción, señalando las 11:30 de la noche, a esa misma hora me la anunciaron: “Ahora tenemos a Angie” y apareció ella moviéndose tan reputa como el oficio que ejerce... Angie abre su boca y gime al ritmo del coro de la canción: “Ah, ah, ah, ah, ah, ah, ah”.
Mientras dos tubos y un pasamanos, tienen el mudo placer de rozar su cuerpo, ella mueve sus labios y canta lascivamente: “tus manos van ahí, donde las recibo siempre, donde llegan y me tocan, donde tocan y me encienden y te gusta lo que ves y te gusta lo que sientes y tu lengua corre más, de lo que corre mi mente”.
Sí, mi lengua corría -imaginariamente- por su cuerpo, a medida que se quitaba la blusita roja, el “brasier” del mismo color, al igual que la faldita. Solo se queda con el guante en su brazo derecho, el hilo y las botas gris que me excitan. Fantaseo en que es una jinetera que cabalga sobre mí, al tiempo que su mirada atraviesa la galluza de niñita traviesa...
Solo habían pasado 8 minutos, cuando el animador dice “¡esa fue Angie!”. Quería irme tras ella. Esperé a que saliera del camerino a dar su vuelta, mientras otras putas bailaban. La deseaba a ella, pero mi paciero de trampa me animó a ir a otros puteros.
El tiro salió mal. Lo que en Capri Night Club me costaba 21 dólares por 15 minutos o $42 por 30 minutos, en otros puteros me salía por $200 y hasta $405. Me quedé con las ganas de cogerme a Angie, pero al llegar a mi apartamento, me desquite con Manuela, pero la manoterapia no me bastó y me dije: volveré por ti Angie...
“11:30 de la noche, se me ha calado el frío. Una copa y otra copa, muchos ojos y los míos y derrapas por mi boca, tu mirada corta filo; y yo sé que me deseas, sé que quieres conmigo”, me cantaba como la Paulina Rubio.
De rubia no tiene nada, pero sí de pelirroja. Le sobra el rojo pasión para calentarme la sangre del nervio... Tiene cintura de avispa; piel blanca con sombras rosaditas. Está delgada. Le guindan unas tetas que caben en mí boca. Culito chiquito, pero bien formadito y tonificado. Tiene boca grande como de traviesa.
Así como inicia la letra de la canción, señalando las 11:30 de la noche, a esa misma hora me la anunciaron: “Ahora tenemos a Angie” y apareció ella moviéndose tan reputa como el oficio que ejerce... Angie abre su boca y gime al ritmo del coro de la canción: “Ah, ah, ah, ah, ah, ah, ah”.
Mientras dos tubos y un pasamanos, tienen el mudo placer de rozar su cuerpo, ella mueve sus labios y canta lascivamente: “tus manos van ahí, donde las recibo siempre, donde llegan y me tocan, donde tocan y me encienden y te gusta lo que ves y te gusta lo que sientes y tu lengua corre más, de lo que corre mi mente”.
Sí, mi lengua corría -imaginariamente- por su cuerpo, a medida que se quitaba la blusita roja, el “brasier” del mismo color, al igual que la faldita. Solo se queda con el guante en su brazo derecho, el hilo y las botas gris que me excitan. Fantaseo en que es una jinetera que cabalga sobre mí, al tiempo que su mirada atraviesa la galluza de niñita traviesa...
Solo habían pasado 8 minutos, cuando el animador dice “¡esa fue Angie!”. Quería irme tras ella. Esperé a que saliera del camerino a dar su vuelta, mientras otras putas bailaban. La deseaba a ella, pero mi paciero de trampa me animó a ir a otros puteros.
El tiro salió mal. Lo que en Capri Night Club me costaba 21 dólares por 15 minutos o $42 por 30 minutos, en otros puteros me salía por $200 y hasta $405. Me quedé con las ganas de cogerme a Angie, pero al llegar a mi apartamento, me desquite con Manuela, pero la manoterapia no me bastó y me dije: volveré por ti Angie...