Agua

La naturaleza reacciona con dureza en busca del equilibrio de sus ecosistemas. La tierra nunca avisa cuándo arremeterá contra los abusos por nosotros cometidos, en desprecio de las bondades que nos ofrece.

En todas partes del mundo avanza el cambio climático, y Panamá no es la excepción. Como ejemplo notorio deben ser consideradas las intensas lluvias caídas durante las últimas semanas, cuatro veces más abundantes que la media histórica.

La erosión de las laderas y de las orillas de los ríos, además de la deforestación de las áreas boscosas, resta mucho material orgánico a los suelos y debilitan su consistencia, de allí los derrumbes y deslaves que enturbian el agua de consumo.

Nuestra toma viene del lago Gatún, una zona montañosa que deposita material de sedimento en el área de la planta potabilizadora de Chilibre, cuya capacidad fue rebasada por las lluvias. Debe aclararse que en esa zona no ha dejado de llover, por lo que se complica aún más la posibilidad de estabilizar la producción y suministro de agua potable.

Debemos reconocer que los panameños optamos siempre por buscar las soluciones más fáciles y no estamos acostumbrados a enfrentar situaciones inesperadas, como en el caso del agua, sobre todo porque siempre la hemos tenido disponible para satisfacer nuestras necesidades y un poco más.

Resulta, entonces, paradójico que los habitantes de esta ciudad, bañada por ríos y quebradas, no puedan hacer uso del agua porque estas fuentes hídricas se han convertido en depósitos de basura de todo tipo.

La capital es el punto central de la mayor parte de las actividades del país y el gobierno debe buscar otras opciones en materia de acueductos, realizar nuevas conexiones o aplicar novedosas iniciativas porque los cambios de la naturaleza continuarán y es urgente tomar conciencia para poder recuperar nuestra riqueza hidrográfica.



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