Opinión - 27/6/13 - 09:57 PM

Antes

Parecíamos tres extranjeros conociendo la ciudad de Panamá... o tres “cholitos” que la visitan por primera vez. A cada rato encontrábamos algo desconocido que nos asombraba.

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Milciades Ortiz / Catedrático

Parecíamos tres extranjeros conociendo la ciudad de Panamá... o tres “cholitos” que la visitan por primera vez. A cada rato encontrábamos algo desconocido que nos asombraba. Estábamos haciendo una clase de “turismo interno” por la Avenida Central.

Una dama recordaba cómo era antes esa avenida. Hablaba de árboles, sitios con edificaciones pequeñas. Incluso el terreno de un hotel que era un hermoso llano con árboles y césped. Ahora la “jungla de cemento y acero” acabó con ese “pulmón” de oxígeno y belleza. Todo era un “caos organizado”, donde dominaban los desvíos y las calles rotas por la modernización.

Era mediodía. El sitio parecía un campo de batalla entre carros, conductores ansiosos de almorzar, enormes buses del nuevo transporte colectivo (aunque haya quejas). Pocos respetaban los semáforos y los insultos se escuchaban a veces. Se demolieron casas conocidas para dar paso a enormes “rascacielos”. Y si hay un incendio en un piso alto, “¿los bomberos tienen equipo para controlarlo?”. Fue una pregunta lógica.

También apareció lo de los estacionamientos, sean “soterrados” o al aire libre. Desde hace años se conoce este problema y no hemos visto solución. “Somos una ciudad en crecimiento, rumbo a la modernización”, sostuvo una de las presentes. Recordé la frase que “el desarrollo cuesta no solamente plata...”. Alguien pensó en las pérdidas de los negocios por desvíos y la falta de estacionamientos.

No pudo dejarse de hablar del calor. “Eso es culpa de la ausencia de árboles y los edificios enormes que detienen el viento que antes venía de la bahía”, señaló otro de los presentes. Se pensó en los cambios de “zonificación” y la lucha de ciudadanos de Betania, El Carmen, Bella Vista, Herbruger y otros sectores por rechazarlos. Buscan llenar tranquilas comunidades con grandes edificios.

No faltó ver un pequeño choque entre un auto y un metrobús, lo que enredó más él tranque. Los pitazos, giros atrevidos, violaciones al Reglamento de Tránsito, peatones exponiendo sus vidas pasando por donde les da la gana, era un resumen de lo que se vio en ese “turismo interno”. Queriendo ser positivo dije: ”menos mal que todo esto terminará antes de las elecciones”...


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