Opinión - 24/12/13 - 07:57 PM

Ayer

Nunca pudimos mi hermano Orlando y yo "pillar" a Santa Claus poniendo los regalos en el árbol. Pronto nuestro padre nos eliminó la fantasía y supimos la

Por: -

Milciades Ortiz / Milciades Ortiz

Nunca pudimos mi hermano Orlando y yo "pillar" a Santa Claus poniendo los regalos en el árbol. Pronto nuestro padre nos eliminó la fantasía y supimos la verdad. Una vez no llegó Santa porque estaba pobre. Limpiamos juguetes del año pasado para que brillaran y salimos a jugar en la Calle Primera Parque Lefevre. En ese "ayer" las cosas eran más sencillas. Había claridad entre diferencias de varones y damas. Los chiquillos pedían revólveres de papelillo, para imitar a los vaqueros del cine. También patines, bates de béisbol y manillas de cuero.

Niños pequeños recibían "caballitos de palo" y corrían por la calle como si fueran jinetes. Si el pelao era más grande el regalo más solicitado eran bicicletas y "scooteres". Como el barrio no era de gente rica muchos nos quedábamos con las ganas de las "bici". Las niñas recibían sus muñecas. Fue un escándalo cuando aparecieron los bebés que se "orinaban" al darle mamadera con agua. Como se pensaba que las mujeres eran para la casa, los juegos de té fueron comunes. Se hacían "reuniones" sociales con galletitas de lodo y té de agua sucia.

Algunos niños gozaban interrumpiendo esas reuniones con disparos de papelillo. Después de gritos y quejas todo volvía a la normalidad. Claro que los niños antes intercambiaban juguetes. Al finalizar el día varias madres iban de casa en casa rescatando los juguetes de sus hijos. Nadie se molestaba... No podían faltar los llantos porque el Niño Dios o Santa Claus no trajo los regalos pedidos en su cartita. Pero el ambiente de risas y juguetes nuevos curaba la frustración y el niño terminaba aceptando lo que le trajeron. Ahora las cosas son distintas.

Pocas veces las calles se llenan de niños disfrutando sus juguetes. Hay temor que pueda sucederle algo malo a los pequeños. Los autos circulan a veces sin precaución. Se juega encerrados en casas y departamentos. Muchos de los juguetes son complicados. Los "caballitos de palo" casi han desaparecido. Es lógico que costumbres y juguetes cambien en más de cincuenta años. ¿Habrá sido para mejor?


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