Caer en el hoyo de la depresión
Una de las enfermedades mentales más peligrosas por su fácil adquisición y rapidez para extenderse por todo el organismo emocional humano es la depresión. Comienza normalmente
Una de las enfermedades mentales más peligrosas por su fácil adquisición y rapidez para extenderse por todo el organismo emocional humano es la depresión. Comienza normalmente por el golpe de una “pérdida” de la que la persona no puede reponerse y va situándose en el núcleo del ser, arrancando lentamente las ganas de vivir. Es una tristeza que se hace permanente. Las ganas de vivir, de aspirar a superarse, queda muy disminuida por los ataques brutales de la depresión. De hecho, Dios nos creó para realizarnos plenamente en un estado de vida y profesión. El deprimido pierde el deseo de crecer integralmente y ser feliz.
La felicidad consiste en sentirse realizado en la vida, haciendo una tarea en la que uno es útil para los demás; es un estado de satisfacción al sentirse protagonista en esta marcha ascendente de la humanidad hacia su perfección. Esposos y papás, presbíteros y religiosos, jóvenes y adultos, ancianos y niños, todos tenemos una misión sagrada que cumplir. La depresión viene por la frustración de haber truncado ese proceso de desarrollo y perfección del ser humano. Uno empieza a despreciarse, a dejar de estimarse y no se acepta como persona.
En cuanto a la aceptación de uno mismo, uno de los factores que inciden en una depresión está en rechazarse, despreciarse por algún defecto, carencia o complejo de culpa no superado.
La depresión va lentamente minando las fuerzas vitales y oscureciendo la visión de la realidad, viendo todo negativamente. “Nada está bien, nada es bueno, nada vale la pena, ¿por qué luchar? Nada importa”. Estas y otras ideas son comunes en el depresivo.
Solamente una persona sale de su depresión cuando le encuentra sentido a su vida, encuentra razones profundas para vivir y para morir y es capaz de enfrentarse a las pérdidas, asimilándolas e interpretándolas desde la providencia misericordiosa de Dios.
Es importante ver los síntomas de una depresión que empieza a tomar cuerpo en uno. La oración y la fe, las buenas amistades, el mantenerse ocupado, el promover pensamientos positivos, el tener un consejero espiritual o psicológico a quien exponerle su situación interna, el hacer deporte, el comer sanamente, descansar lo suficiente, todo eso es necesario.
Es necesario el desapego como actitud ante todo lo que tratamos, manejamos, tenemos. Nada en el fondo es nuestro. Todo tiene su importancia y hay realidades que son necesarias, pero solamente Dios es imprescindible, el único sin el cual no existiríamos y no tendríamos vida eterna. Y con Él somos invencibles.