Opinión - 27/2/14 - 12:25 AM

Clases

Iniciamos un nuevo año escolar con la esperanza de tener un mejor país y desarrollar la formación de nuestra juventud, con el objetivo de permitirles alcanzar sus

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Alfonso Zamora / Alfonso Zamora

Iniciamos un nuevo año escolar con la esperanza de tener un mejor país y desarrollar la formación de nuestra juventud, con el objetivo de permitirles alcanzar sus metas personales, así como convivir en sociedad de una manera pacífica, sobre la base de la democracia y los derechos humanos.

Durante la actual administración gubernamental, los estudiantes de los planteles públicos han recibido parte del crecimiento económico del país, tal como lo demuestran las becas universales, mochilas, computadoras portátiles, subsidios en el transporte y una formación bilingüe.

Es importante destacar que el año pasado la cobertura de la educación primaria alcanzó el 100% y la tasa de deserción disminuyó del 5.1% al 3.1%, en tanto que para los niveles premedio y medio, la cobertura pasó de 85.1% a 95.57% y de 62.1% a 70.7%, respectivamente.

Asimismo, de la prosperidad que vive el país se ha destinado el aumento de unos 900 dólares, en tres etapas, del salario de los docentes, recibiendo en la primera 300, lo que sin duda será de un positivo impacto en la vida de los educadores y hará más atractiva la profesión.

Sin embargo, quedan aún grandes retos y uno de ellos lo mencionó un estudiante de la escuela Guillermo Endara, al afirmar que “tenemos que cambiar para poder cambiar el país”, lo que demuestra la visión de la juventud en momentos en que se impone salvaguardar la libertad y la democracia.

Todos en el país debemos empezar a conjugar la primera persona al momento de enfrentar las responsabilidades porque es común escuchar que corresponde al Gobierno educar o cuidar esto y aquello, sin reconocer como propios los compromisos propios de la formación académica de los jóvenes, así como su seguridad y orientación.

Se trata, entonces, de enseñar a todos a cuidar las instalaciones académicas y a no pensar de que se trata solamente de propiedades gubernamentales que serán reparadas todos los años por el Estado.

Además, ese espíritu de preservación de los bienes colectivos debe estar también presente en la comunidad, trabajando con voluntad y eficiencia en eliminar, por ejemplo, los amontonamientos de desperdicios y los criaderos de mosquitos, porque se trata del bienestar y la salud de todos.

Si no comenzamos a comprometernos con las soluciones comunitarias, corremos el riesgo de perder todos los beneficios que ha logrado el gobierno para el país, sobre todo si nos convertimos en críticos gratuitos que no aportan nada.


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