Conciencia ‘verde’

La intención de conservación de los recursos naturales está creciendo rápidamente y con ello los comercios ofrecen productos y servicios ambientalmente amigables, sus precios varían y tienden

Lurys Marín de Barrera / Biotecnóloga ambiental/ANCON

La intención de conservación de los recursos naturales está creciendo rápidamente y con ello los comercios ofrecen productos y servicios ambientalmente amigables, sus precios varían y tienden a ser más altos que sus equivalentes no tan “cuidadosos con el ambiente”, aunque siempre queda en manos del adquiriente la decisión de compra.

La pregunta es: si solo adquiriendo productos y servicios verdes podemos hacer algo por el planeta.

La respuesta de seguro ya está en su mente, pero toca repasar nuestra vida diaria para identificar cómo podemos ayudar a que los recursos puedan compartirse con las futuras generaciones.

Cuando pregunto en jornadas de sensibilización ¿qué es el ambiente? Lo primero que contestan es “todo lo que nos rodea”, y dejamos de lado que nosotros –seres humanos- también somos parte del ambiente y lo modificamos para hacer “nuestros propios hábitats”: pensamos en la casa de nuestros sueños (4 pisos, 10 recámaras, jacuzzi, el cuarto de la tele… en fin, metas altas para ir ajustándonos a lo que podemos hacer). Luego, en las cuestiones más sencillas, determinamos la disponibilidad de los recursos para las futuras generaciones: pintamos la habitación del color más tranquilizante (oscuro) que podamos, ponemos cortinas blackouts para que ni el más mínimo rayo de luz entre por la ventana mientras dormimos, pero… cada vez que necesitamos luz, en vez de abrir la cortina, encendemos la luz.

En nuestra habitación también siempre está conectado el cargador del celular para tener “fácil acceso”, sin embargo, mientras este siga conectado a la corriente, seguirá consumiendo luz. Por otro lado, el televisor, la caja del cable, el DVD y el BlueRay también siguen conectados “porque uno nunca sabe cuándo los va a necesitar”… y nuestro recibo de luz sigue cargándose.

Vamos a la cocina: la cafetera con su reloj -que no tiene la misma hora que el microondas, ni la estufa- también permanece conectada, por no considerar otros dispositivos “accesorios” que también necesitan corriente y que son indispensables para la vida (mea culpa no haber desarrollado la habilidad de abrir latas con cuchillo, pero ese supongo es solo mi caso).



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