Cultura como tesoro inmortal

Por: Fermín Agudo A. -

Hay tesoros profundos de cualidades inenarrables que no debemos dejar perder, persuadir ni confundir, sus arraigos pueden emular las particularidades especiales que dignifican la prosperidad.

Uno de estos patrimonios es la cultura, herencia enhiesta que ha permanecido incólume a través del tránsito desagradable de los siglos, abatida algunas veces, lesionada por el porvenir inmisericorde, siendo lo más tendencioso el acoplamiento a las influencias foráneas que, sin ambages, tratan de imponer lo enfermizo sobre lo sano, causando trabazón con el comportamiento social.

Viendo cómo hemos dejado desprender por el vacío nuestras costumbres, no me queda otro consuelo que guardar un silencio sombrío poniendo de manifiesto mi pensar y entera desolación.

La cultura es un recurso delegado a través de las secuencias de las centurias, abrevadero respetuoso e inmaculado ganancioso de reverencias, lucro de la riqueza ancestral. Parangono este tesoro con los caudales de dos ríos, uno estrecho y el otro amplio, el primero exiguo, el segundo abundoso, he allí la diferencia igualitaria a un compás, casi cerrado para algunos y extensamente abierto para otros, puesta de manifiesto la convergencia de factores influyentes que dan lugar a los sucesos trascedentes.

Procuro anudar esta conversación escrita siendo lo más lacónico en mis apuntes, aconsejado a profundidad que la dicharachería siempre resulta degradada por la atinada elocuencia.

Aunque en los tabucos miserables igualmente se puede llevar una vida feliz, también es óptimo que los beneficios civilizadores hagan su regalías, dejando caer su sorprendente bonanza que han estremecido las bases de la humanidad. La cultura es el trofeo reverente y codiciado que los siglos le hacen entrega a los seres pensantes, amantes de la razón y la libertad.

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