¿Democracia o dedocracia?
Durante mucho tiempo el llamado poder económico –tras bastidores- ha manejado los hilos del país. En el ejercicio del sufragio, los panameños eligen a un mandatario, pero las influyentes figuras de siempre, son el poder tras al poder.
Durante mucho tiempo el llamado poder económico –tras bastidores- ha manejado los hilos del país. En el ejercicio del sufragio, los panameños eligen a un mandatario, pero las influyentes figuras de siempre, son el poder tras al poder.
No son capaces de someter sus nombres a unos comicios, pero gustan dictar políticas e influir en las decisiones de todos los gobiernos, para beneficio de sus intereses particulares en vez de la colectividad.
Ahora que los candidatos que respaldan no son favorecidos las encuestas, han preparado un plan para bajarlos de sus legítimas aspiraciones y designar de a dedo a una presunta candidatura de unidad opositora. Es cómodo para aquellos que dictan pautas desde sus emporios empresariales descartar a candidatos que se sometieron a primarias en sus partidos y lograr acuerdos de recámara. ¿Es eso democrático o dedocrático?
Forzar las renuncias de candidaturas para proteger intereses muy particulares es cuestionable. Si un empresario quiere el poder, entonces que participe en la política y no pretenda coger los mangos bajitos.
Estas figuras -quienes durante décadas han alardeado de su supuesta condición de demócratas- aseguran amar tanto a la democracia, que para defenderla son capaces de bajar sin asco a dos candidados elegidos con el voto de la amplia mayoría de sus propios copartidarios, y en su lugar colocar a una figura elegida de a dedo.
Es esta la oferta -contradictoria y cínica en sí misma- que hoy por hoy presentan quienes mueven los hilos del poder a un sector del electorado panameño.