Educar para la justicia
Pesa sobre nosotros la amenaza de un caos a escala planetaria. Sus mensajeros son la contaminación ambiental, el terrorismo, la proliferación de mercados criminales de armas, de
Pesa sobre nosotros la amenaza de un caos a escala planetaria. Sus mensajeros son la contaminación ambiental, el terrorismo, la proliferación de mercados criminales de armas, de drogas y de personas tratadas como mercancías.
Que en el mundo ya no gobiernan los dirigentes políticos es un hecho admitido con una naturalidad que espanta. Deciden los grandes intereses y ejecutan los gobernantes. Ya no priman los valores ni se reconocen referentes éticos universales. Imperan la fuerza, los resultados y la rentabilidad en el menor tiempo posible.
Al no haber respetado a los pueblos, organizados en naciones y en Estados, los nuevos poderes hegemónicos reproducen las conductas de los autócratas que asolaron territorios inmensos en nombre de ideologías perversas presentadas como panaceas frente al oscurantismo de religiones, de morales y de tradiciones arcaicas.
Ante este panorama que nos invade por los medios de comunicación, la tentación está en la huida o en encerrarnos en nosotros mismos en telaraña que nos aislan y nos desnaturalizan y vacían.
Frente a estas realidades, se impone la denuncia fundamentada y la aportación de propuestas alternativas. Porque otro mundo es posible y necesario, todos somos responsables.
Las organizaciones de la sociedad civil han comprendido que no pueden ser utilizadas como apagafuegos ni como instrumentos al servicio de políticas letales. Nuestro papel está en el tejido social, en estas células que es preciso regenerar para que revitalicen todo el organismo.