Educar para la justicia

Por: -

José Carlos García Fajardo

Centro de Colaboraciones Solidarias

En la educación de los niños reposa la esperanza de una humanidad quebrada. Pesa sobre nosotros la amenaza de un caos planetario. Sus mensajeros son la contaminación ambiental, terrorismo, la proliferación de mercados criminales de armas, de drogas y de personas tratadas como mercancías.

Que en el mundo ya no gobiernan los dirigentes políticos es un hecho admitido con una naturalidad que espanta. Deciden los grandes intereses y ejecutan los gobernantes. Ya no priman los valores ni se reconocen referentes éticos universales. Imperan la fuerza, los resultados y la rentabilidad en el menor tiempo posible.

Ante este panorama que nos invade por los medios de comunicación, la tentación está en la huida o encerrarse a uno mismo en telas de araña que nos aíslan, desnaturalizan y vacían. Frente a estas realidades, se impone la denuncia fundamentada y la aportación de propuestas alternativas. Porque Otro Mundo Es Posible y Necesario, todos somos responsables.

A esta interpelación, cada cual debe responder en su propio ámbito. Lo concreto, sin perdernos en lamentaciones estériles, pero sin abandonar una lucha en la que nos van la vida y la supervivencia del planeta.

Las organizaciones de la sociedad civil han comprendido que no pueden ser utilizadas como apagafuegos ni como instrumentos al servicio de políticas letales. Nuestro papel está en el tejido social, en estas células que es preciso regenerar para que revitalicen todo el organismo.

Si no podemos influir en los mercados controlados por el poder, sí podemos extender nudos de encuentro en redes de solidaridad en respuesta a la injusticia social que se ha aceptado como algo natural. Pero se trata de una monstruosidad que encierra la destrucción de todo lo que de humano ha aportado la evolución en la Tierra.

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