El buen pastor

Por: Por: Roquel Iván Cárdenas Catequista -

En la alegoría del buen pastor podemos apreciar cómo Jesús se nos presenta como el pastor que es dueño de las ovejas y no un asalariado. Para poder profundizar en estas enseñanzas, debemos conocer primero las imágenes que se usan para poder entonces profundizar en las verdades que pretenden transmitirnos esas imágenes. En Israel, en tiempos de Jesús, era común que una persona podría tener ovejas con el propósito de obtener de ellas lana y leche. Esto significaba que no eran usadas como una fuente de carne y, por lo tanto, no eran sacrificadas.

Por lo tanto, el pastor establecía una relación muy estrecha con sus ovejas, ya que convivía con ellas por años, a tal punto que llegaba a conocer a cada una de ellas y les ponía un nombre para identificarlas. El pastor conocía a sus ovejas y las ovejas también llegaban a conocer la voz del pastor. Además, estas ovejas representaban para el pastor su patrimonio, una fuente de sustento y la herencia que les pensaba ofrecer a sus descendientes. Por todas estas razones, no era raro que el pastor y dueño de las ovejas estaría dispuesto a arriesgarse y hasta dar la vida por salvar sus ovejas.

Jesús se presenta como el buen pastor que da la vida por sus ovejas. Y nos llama la atención sobre los pastores asalariados que no son ni los dueños ni tampoco en realidad les interesan las ovejas, sino solo la paga. En pocas palabras, al asalariado solo le importa el beneficio que puede sacarles a las ovejas. En esos momentos, Jesús se refería a los escribas y fariseos. Pero hoy día, el Señor también nos llama a discernir quiénes son los verdaderos pastores y quiénes son los asalariados.

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