El canto de todos

La canción «Gracias a la vida» vio la luz del día gracias a su progenitora Violeta del Carmen Parra Sandoval, considerada la fundadora de la música popular

Hermano Pablo

La canción «Gracias a la vida» vio la luz del día gracias a su progenitora Violeta del Carmen Parra Sandoval, considerada la fundadora de la música popular chilena, así como la madre del folclor latinoamericano. Pero pronto quedaría huérfana esa canción. Violeta Parra, su autora, no llegaría a disfrutar de casi nada de la fama que habría de cobrar su canción, pues se suicidaría, tras varios intentos fallidos, el 5 de febrero de 1967, a los cuarenta y nueve años de vida, en la carpa de La Reina en Santiago de Chile. De ahí que parezca tanto trágica como irónica la letra de esta canción, que ocupó el puesto número nueve en nuestra encuesta «Su canción popular favorita»:

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.

Me dio dos luceros que, cuando los abro,

perfecto distingo lo negro del blanco;

y en el alto cielo su fondo estrellado,

y en las multitudes el hombre que yo amo.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.

Me ha dado el oído que, en todo su ancho,

graba noche y día grillos y canarios;

martillos, turbinas, ladridos, chubascos,

y la voz tan tierna de mi bien amado.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.

Me ha dado el sonido y el abecedario,

con él las palabras que pienso y declaro:

madre, amigo, hermano, y luz alumbrando,

la ruta del alma del que estoy amando.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.

Me ha dado la marcha de mis pies cansados;

con ellos anduve ciudades y charcos,

playas y desiertos, montañas y llanos;

y la casa tuya, tu calle y tu patio.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.

Me dio el corazón, que agita su marco

cuando miro el fruto del cerebro humano,

cuando miro el bueno tan lejos del malo,

cuando miro el fondo de tus ojos claros.

Gracias a la vida, que me ha dado tanto.

Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.

Así yo distingo dicha de quebranto,

los dos materiales que forman mi canto;

y el canto de ustedes, que es el mismo canto;

y el canto de todos, que es mi propio canto.

Gracias a Dios, que nos ha dado tanto, todos podemos tener, como atestigua Violeta Parra, cierta calidad de vida, con risa y con llanto, con dicha y quebranto. Pero Dios merece que le demos gracias no solo por esta vida temporal, sino también por la vida eterna que nos ha dado.



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