El silencio del dragón
En las últimas tres décadas, China ha multiplicado por cuatro su PIB con un modelo de comunismo de mercado, supresión de las libertades del trabajador y una
En las últimas tres décadas, China ha multiplicado por cuatro su PIB con un modelo de comunismo de mercado, supresión de las libertades del trabajador y una estrategia sobre todo silenciosa. El gigante asiático es consciente de sus tasas de crecimiento demográfico y ya se ha lanzado a la conquista de materias primas a escala planetaria. Desde hace unas décadas sus objetivos están fijados en África y América Latina.
Al país asiático comienzan a preocuparle las reservas energéticas, alimentarias y minerales, no solo por su agotamiento, sino por la subida de precio de estas materias primas. La estrategia prioritaria del país está desde hace un tiempo clara: lanzarse a la conquista mundial de recursos que puedan abastecer tales tasas de crecimiento.
Para esto, China sigue una estrategia silenciosa e imparable: concede préstamos no solo a compañías, sino a gobiernos de países empobrecidos y se asegura así el acceso a materias primas agrícolas, energéticas y minerales. África y América Latina son los principales objetivos por su riqueza de materias primas y por la inestabilidad política y económica de muchos de sus gobiernos. China se lleva de estos países materias primas y no productos manufacturados. Es decir, absorbe recursos sin participar en el desarrollo de la industria y la producción de dichos países.
La única manera de parar tal estrategia parasitaria pasa por una acción conjunta de esos mismos países involucrados en relaciones comerciales con China, países que son a su vez culpables en parte de la situación, ya que sus objetivos cortoplacistas de producción localizada en países asiáticos a bajos costos ha resultado ser un arma de doble filo.