Exigencia ética

José Carlos Gª Fajardo

Centro de Colaboraciones Solidarias

Se agranda la diferencia entre los más ricos y los más desfavorecidos: 250.000 personas ingresan cada día en el sector de quienes luchan por la supervivencia. Como si la vida no fuera un don sino el cumplimiento de una sentencia: condenados a vivir.

Datos espeluznantes corren peligro de banalizarse ante el exceso de información controlada por intereses que buscan amortiguar nuestra sensibilidad convirtiendo todo en costumbre.

Pero una mentira nunca podrá ser verdad por mucho que se repita, aunque termine por creerse. Ni una proposición necesita ser cierta para que arrastre a las masas. Véase adónde condujeron ideologías aberrantes convertidas en ortodoxias.

De ahí la importancia de mantener viva la memoria, sometida a reflexión, para ver nuestro comportamiento como personas: en eso consiste la cultura. Del mismo modo que la educación no es mera transmisión de conocimientos sino sacar lo mejor de cada ser humano en un ambiente general de libertad y de participación, animados por la pasión de la justicia.

Hoy sabemos que nuestra sumisión y el control de nuestros espíritus no serán conquistados por la fuerza, sino a través de la seducción. Nos hacen creer que, por nuestro propio bien, debemos insertarnos en el sistema sin pedir explicaciones.

Pero en el conflicto entre el poderoso y el desposeído, no intervenir no significa ser neutral, sino ponerse del lado del poderoso.

La legalidad se hace justicia por la voz del pueblo. Celebremos esta generación de activistas culturales que se manifiestan ante fatuas reuniones de oligarcas para protestar contra un sistema que produce injusticia social. La globalidad es un hecho, los efectos de un pensamiento globalizado son perversos. No podemos aceptar democracia a escala nacional con plutocracia a escala mundial. La disconformidad es una exigencia ética. No la ahoguemos en nombre del orden establecido.