Infiernillo político
Por: Ramón Jiménez Vélez B ueno, bueno, en los procesos electorales como el que estamos viviendo en el país generalmente la atención pública se finca, en
Por: Ramón Jiménez Vélez
B ueno, bueno, en los procesos electorales como el que estamos viviendo en el país generalmente la atención pública se finca, en una república presidencialista como la nuestra, en los candidatos presidenciales y sus opciones.
Por cierto que es una forma de acomodo con miras al futuro para detectar quienes tienen poder y pueden facilitarle las cosas a cada votante si llegan a la primera magistratura de la nación.
De paso, hay otras posiciones relevantes que se escapan de la tensión general, tal vez con la excepción de la alcaldía capitalina, sin tomar en cuenta que diputados como representantes y alcaldes también constituyen feudos menores, buscados por los partidos políticos sin representación presidencial.
La alcaldía capitalina, así como las de otros municipios importantes como David, Colón, Santiago, etc., son vistas como refugios para quienes pierden las opciones presidenciales ya que tienen cargos públicos, presupuestos y pueden mantener la vigencia política de aquellos partidos que no integran el Ejecutivo.
Esto también es extensible a los corregimientos en donde los representantes buscan controlar las juntas comunales y de esta manera ejercer una influencia, sobre todo en el distrito capital, máxime si logra, a la vez, controlar la alcaldía local, lo cual les daría una importante fuerza socioeconómica.
De allí que algunos partidos menores se lanzan a ese segmento electoral tratando con ello, por un lado, de tener los votos para subsistir como colectivos políticos, y por el otro, contar con un control para su membresía.
Otro punto vital son sin lugar a dudas las diputaciones, no solo por el control del legislativo, sino por cuanto puede significar su peso específico para el Ejecutivo.
El partido grande con opciones presidenciales trata de obtener la mayoría de diputados para tener un control que le permita gobernar sin sobresaltos.
El partido mayor perdedor busca suficientes diputados que le sirvan de contrapeso al Ejecutivo, asegurándose de mantener la lealtad de sus diputados para evitar el transfuguismo.
La nueva legislación electoral que elimina el voto de plancha impide a un partido grande embosillarse la mayoría de los diputados, lo que obliga a cada aspirante a buscar el voto, incluso en contra de compañeros de nómina (en los plurinominales).
Esta situación vislumbra una Asamblea dispersa, a la cual incluso partidos pequeños (populares, FAD) puedan con buenos candidatos contar con representantes en la Asamblea.
En estos últimos casos, como hay más vinculación y fidelidad con el partido, pareciera difícil el transfuguismo.
El resultado electoral marcará las decisiones políticas al futuro.
Como dijese Napoleón Bonaparte, con audacia se puede intentar todo, pero sin conseguir nada.
Bueno, eso es todo por hoy, pero tranquilos que el próximo jueves habrá más.