Intimidad en jaque
El desarrollo de las nuevas tecnologías facilita que empresas y gobiernos, de alguna manera, nos vigilen. Comprar una entrada de cine o buscar un restaurante a través
El desarrollo de las nuevas tecnologías facilita que empresas y gobiernos, de alguna manera, nos vigilen. Comprar una entrada de cine o buscar un restaurante a través de internet, acceder a tu cuenta bancaria, ojear el correo electrónico desde la oficina. Hasta algo tan simple como pasear por la calle. Estas actividades rutinarias son captadas por nuestro jefe, por cámaras de videovigilancia, por compañías en busca de clientes o por agencias de inteligencia al servicio del Gobierno.
Gracias a las revelaciones de Edward Snowden sobre el espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA), conocemos la cooperación de Microsoft, Yahoo!, Google, Facebook, Skype, YouTube y Apple con servicios estatales. El pretexto del Gobierno fue la seguridad nacional frente a supuestas amenazas terroristas. Pero el fin no justifica los medios. Con un control masivo, todos nos convertimos en sospechosos.
Un espacio donde compartir información son las redes sociales. Colgamos en Facebook y en Twitter nuestros datos, fotos o destinos de viaje. Leemos publicaciones y las comentamos. ¿Quién no ha buscado un libro, un viaje o un trabajo por internet, y de forma inmediata aparecen anuncios de “best sellers”, hoteles o buscadores de empleo?
“El derecho a la intimidad es al siglo XXI lo que los derechos civiles fueron al XX”, sostiene la doctora en Políticas Públicas Gemma Galdon: “Una batalla en la que nos jugamos elementos fundamentales de nuestra idea de la libertad, de la democracia y del progreso tecnológico.”