Lápiz
El "pelao" de segundo grado de primaria llegó a su casa al final de clases. Tiró su mochila y se fue a comer una merienda. Luego de
El "pelao" de segundo grado de primaria llegó a su casa al final de clases. Tiró su mochila y se fue a comer una merienda. Luego de atenderlo, la madre le revisó los útiles escolares. Encontró un lápiz que no le había comprado. Preguntó al hijo el origen del artículo. Dijo el chiquillo que un "amiguito se lo regaló". Al día siguiente la madre fue a la escuela a preguntarle al amiguito si realmente le había dado el lápiz.
La verdad fue que no. Su hijo recibió una lección que nunca olvidaría. Siendo una persona mayor, siempre revisaba las pertenencias de sus hijos. No entendían esta acción y reclamaban que dudara de ellos. Una vez se atrevieron a decirle que "estaba anticuada" porque eso no lo hacían los otros padres. Hace más de 60 años, la "honradez" era uno de los principales valores que se enseñaban a los niños. A veces los pequeños envidiaban a compañeros que tenían mejor situación económica.
Se les explicaba que con esfuerzos y trabajo tendrían las cosas que querían. No se tomaba nada sin permiso. Decir "la verdad" era otro de los valores que formaban a buenos panameños. No se aceptaban cuentos para justificar notas bajas y menos que se las ocultaran. Nada de mentiras "blancas". Tampoco que eso era "relajo". Se insistía en el "respeto a los mayores".
Recuerdo cuando llegaban visitas a la casa paterna y los muchachos tenían que saludarlos. A veces nos mandaban "para atrás" porque se iba a hablar temas de adultos. Cada vez que un chiquillo me empuja en un comercio para pasar rápido me vienen a la mente esas lecciones de antes. No le extrañe que alguien me grite "viejo pend..." porque manejo cumpliendo el Reglamento del Tránsito.
Los maestros eran "segundos padres". Algunos recibían autorización para "aconductarlos" si se portaban mal. Nada de burlarse de ellos como ocurre ahora más de lo que uno se imagina. Tampoco se aceptaría que le intervinieran sus computadoras para cambiar notas, o divulgar fotos personales. No ser grosero era otro valor. Vi padres que le daban un bofetón al hijo malhablado. Que sepa, nunca sufrieron trastornos mentales por eso.
Se insistía en que no divulgaran los "asuntos de la casa". Revisen el "chateo" de ciertos jóvenes y se sorprenderán.