Las vallas no votan
Como es usual en los meses previos a los comicios generales, la ciudad capital y el resto del país se ven envueltos en la guerra de propagandas
Como es usual en los meses previos a los comicios generales, la ciudad capital y el resto del país se ven envueltos en la guerra de propagandas gráficas electorales. No se escapa ni un solo poste del tendido eléctrico, del cual se colgarán banderas de partidos políticos, afiches de los candidatos a puestos de elección popular o carteles con los mensajes de los presidenciales.
Recorriendo las avenidas, de la noche a la mañana aparecen candidatos que ni en su casa los conocen. Prometen de todo, cielo y tierra, a lo sumo para acceder al puesto en competencia. Sin embargo, es nula su aparición como dirigente político, comunitario. Y que conste, hablo en general, tanto aspirantes en el oficialismo como en la oposición.
Me da risa ver cómo, por ejemplo, un candidato del panameñismo llenó primero toda una calle de su propaganda en los postes y muros disponibles. Al rato, el otro “copartidario” en el circuito 8-8 no tardó en rellenar sus afiches en los mismos lugares que el primero. Días después, el pobre poste de la esquina se parecía a un árbol de Navidad, lleno de colores partidarios de todos los grupos en proselitismo abierto.
Igual pasa en las redes sociales. Twitter, Facebook, Linkedin y los servicios de mensajería instantánea de teléfonos móviles como Blackberry Messenger y Whatsapp se desbordan de mensajes con propaganda informativa de los candidatos en busca de la victoria el 4 de mayo de 2014. Ni la madrugada se escapa a la marea de chats con fotos de las actividades proselitistas.
Hay que ser realistas. Para hacer una buena campaña política hay que ser ingenioso y ser un verdadero dirigente nato. Si tu comunidad necesita algo, entonces tienes el deber de llevar el mensaje de esperanza, para llevar una agenda de trabajo que promueva soluciones a los vecinos. Claro que la propaganda gráfica, las cuñas en medios radiales o televisivos, los afiches en postes o los mensajes en redes sociales son necesarios, pero hay que saber llegarle al electorado.
Las vallas no votan. Eso es la pura verdad. Lo que define al candidato al puesto de elección popular (presidente, diputado, alcalde, representante de corregimiento o concejal) es su actuar en la sociedad, su mensaje preciso y la propuesta que llevará a los electores para dirigir a las masas. El público de hoy está muy bien informado, gracias al acceso a los medios por las nuevas tecnologías, por lo que mentir o prometer cosas imposibles no resultará.
Al llegar el día de las elecciones, en el que el voto único en cada puesto de elección popular será la norma, quedará demostrada la realidad de la política panameña. Y los candidatos comprenderán que el electorado ha madurado y votará por quien le genere confianza en su propuesta y veracidad.
Larga vida y prosperidad para todos. Saludos, amigos.