Niñotes

Como si fueran monos aulladores, estremecen a los vecinos los gritos humanos de "¡hu, hu, hu!". Aunque no lo crean, se trata de un grupo de "niñotes"

Milcíades Ortiz / Catedrático

Como si fueran monos aulladores, estremecen a los vecinos los gritos humanos de "¡hu, hu, hu!". Aunque no lo crean, se trata de un grupo de "niñotes" que está de juerga en la casa del padre de uno de la "gallada". Llamamos "niñotes" a aquellos jóvenes de más de veinte años, algunos profesionales ya, que no quieren dejar las fiestecitas de fin de semana de la secundaria.

Desde el punto de vista psicológico, a lo mejor tienen miedo de enfrentar las responsabilidades de la vida adulta. Esas horas jadeando, gritando, hablando tonterías y chismes, todo bien regado de licor y cigarrillos, les recuerdan esa "divina juventud estudiantil"... ¡que ya no volverá!

No crean que solo son varones. También hay en el grupo damas que en mi época estarían casadas, con hijos y compartiendo con sus maridos las obligaciones de la vida de adultos. Varios dirán que se trata de fiestas inocentes de nostalgia. Si no molestaran la paciencia y el sueño a decenas de vecinos, no importaría el comportamiento ridículo y que sufran de "infantilismo".

¿Y los padres? Siempre habrá quienes prefieran que sus “chiquillos” parrandeen en casa sin los peligros de la calle. A veces ciertos de ellos no quieren que dejen "el nido vacío" sus "pollitos". Harán lo que sea para mantenerlos en casa. Conocí el caso de un profesional de casi cuarenta años que todavía vivía con su madre. Bueno, allá él. Lo malo es que el sujeto era un "depredador" de mujeres y la madre, de manera directa o indirecta, lo "alcahueteaba".

Resulta que al conocer a una joven, el profesional la enamoraba y para demostrarle que "la cosa era seria", la invitaba a conocer a la futura suegra... y vivir en la casa de ella. Según me dijeron, más de una dama creyó que la relación era formal por la actitud complaciente de la madre. Pasado el entusiasmo... ¡fuera! Eso a su mamá no le quitaba el sueño. Feliz de que su "bebito" siguiera en la casa.

Acepto que soy de otra generación, en la que los jóvenes apenas conseguían un trabajo pensaban en formar hogar. En esos años cincuenta y sesenta no había "amigo con derechos" ni el "sexo casual". Si Ud. mantenía un noviazgo largo, no le extrañe que los mismos padres decidieran casarlos.

No me importa si ahora el asunto es mejor o peor que antes. Lo que molesta es que los "niñotes" no lo dejen dormir a uno.



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