Nueva realidad como profesionales de la orientación en Panamá

Reflexiones de Velshys Vinda EN EL “Día del Orientador panameño”.

Reflexiones de Velshys Vinda EN EL “Día del Orientador panameño”.

Por: Velshys Vinda / Colaboración -

Que pocos conozcan cuál es la verdadera labor de un profesional de la orientación me indigna, la realidad supera la perspectiva de muchos. Hoy se celebra el “Día del Orientador panameño”.

Una vez jugando y corriendo por las playas de mi amado Puerto Armuelles, cuando era apenas una adolescente, podría ser a finales de los años 90 tal vez; descalza, feliz y acostada en la arena me hice varias preguntas… ¿qué será de mí cuando tenga 30 años? ¿dónde estaré? ¿casada? ¿con hijos? ¿seguiré viviendo aquí? Seré una gran profesional, ¿pero de qué? Preguntas sin respuestas, pero que despertaban en mí un gran interés.


La vida transcurrió, los años pasaron y cada una de mis preguntas fueron respondidas con hechos; terminé mi secundaria, sin grandes méritos y calificaciones regulares, pero terminé con el cuidado, amor y dedicación de mi abuelita Cenobia. Años después, por decisiones de los adultos, llegué a la gran ciudad capital; fue entonces donde alguien tomó mi mano, me guió, me orientó y me llevó hasta obtener un título universitario. Pero no todo quedó allí, ya con estudio y preparación fui en busca de mis otros sueños, puesto que ese alguien que me orientó siempre me decía que debía continuar y lograr todo lo que anhelaba antes de cargar con responsabilidad de nueve meses.  ¡Vaya que sabía lo que decía!, porque su plan salió tal cual lo planifico para mí.


Ahora sentada en mi sofá, con una taza de café me pregunto: ¿qué sería de mí si mi padre, Raúl Vinda, no me hubiera orientado?
Sí, orientado… Era una chiquilla, inmadura y sin la menor idea de lo que significaba la vida de adulto, o me dirán ustedes que a los 17 ya tenemos la vida resuelta y el futuro escrito. ¡Por favor! A los 20 años muchos andamos pensando en pajaritos preñados.

Hoy, motivada por mis experiencias buenas y malas, por esa orientación de un padre, una madre y una abuela, inspirada en mis enseñanzas, crianza, valores y principios voy en busca de otro sueño: ser Licenciada en Educación con especialización en Orientación Educativa y Profesional, porque deseo para todos niños, niñas, adolescentes y adultos mayores una orientación  igual o mejor que la que  yo tuve. Porque además considero que no es el orientador un docente sentado en un aula de clases, tampoco es la orientación una materia donde se califican ejercicios, asistencia o tardanzas.


¿Sabía usted que la orientación no es solo educativa? Que un individuo para llegar a ser persona debe crecer primero desde su interior, su autoconcepto, autoestima, moral, ética, valores, su estabilidad mental. Si personalmente no se está bien, ¿cómo se estudia? ¿Cómo se alimenta? ¿cómo se piensa? ¿cómo se ama?


Una mujer víctima de violencia necesita orientación personal, un enfermo, un padre de familia, un anciano; en fin, todos. Comprendan que la orientación constituye un elemento clave para lograr un crecimiento integral, dado que su finalidad es, precisamente, la promoción del desarrollo personal.


Así de importante también es la orientación vocacional; no solo los estudiantes tienen problemas en el aprendizaje, también muchos adultos tienen graves conflictos laborales por una mala actitud, insatisfacciones o un asunto familiar que trastoca su trabajo. Un orientador esta llamado también a ser especialista en cualquier entorno laboral.


Ya es hora que salgamos de la ignorancia y sepamos que todos necesitamos orientación. Esta es la realidad que hoy nos toca como profesionales de la orientación; en Panamá, hacernos sentir y llegar a padres de familia, oenegés, entidades públicas y privadas,  organizaciones, comunidad y padres de familia, para ejercer la orientación en sus tres ejes: Educativa, Personal y Profesional.

¡Un orientador no es un profesor!

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