Obesidad de los hijos
Más de la mitad de los habitantes de los países industrializados padece sobrepeso, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El resto de países
Más de la mitad de los habitantes de los países industrializados padece sobrepeso, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). El resto de países siguen los mismos pasos por el creciente sedentarismo de la población y trastornos en la dieta: aumento en el gasto sanitario por problemas relacionados a la obesidad, diabetes, colesterol elevado, enfermedades coronarias y cardiovasculares.
Las personas con pocos recursos no tienen el mismo acceso a gimnasios y clubes deportivos. El cemento le gana terreno a los espacios verdes que antes se utilizaban para actividades al aire libre y donde los niños incorporaban el ejercicio físico a su vida. La sensación de inseguridad en las calles de estas planchas de cemento también provoca el refugio en los hogares, con los niños como principales víctimas, pues limita las actividades que pueden realizar cuando terminan sus deberes del colegio.
La OMS relaciona el número de horas que pasan los niños frente al televisor con el sobrepeso. Los niños imitan la vida sedentaria de sus padres, alejada de la actividad física y el deporte, y sus hábitos alimenticios. Numerosas campañas de marketing de la comida basura se dirigen a los menores, a sabiendas de las horas que pasan solos y de los hábitos sedentarios que fomentan cada vez más padres.
La obesidad no sólo afecta la apariencia y la salud física de los niños, sino también la emocional. Sin una autoestima aceptable en entornos escolares de alta competitividad, los menores quedan más expuestos al acoso, al aislamiento y al desarrollo de otras conductas adictivas. Esa baja estima permanece en los años y afecta las expectativas laborales. La obesidad supone un obstáculo para que las personas disfruten de la salud, un derecho que comienza a ejercerse en el hogar desde la educación y el ejemplo de los padres.