Obsesión por las pastillas
La ansiedad, la obesidad, los dolores, el insomnio o la misma depresión se suelen tratar por lo que dice un amigo o lo que le ha ido
La ansiedad, la obesidad, los dolores, el insomnio o la misma depresión se suelen tratar por lo que dice un amigo o lo que le ha ido bien al vecino.
Huimos de todo lo que huela a malestar y rápidamente tomamos el analgésico para el dolor de cabeza o de espalda o un ansiolítico cuando nuestro hijo adolescente no ha llegado a su hora a casa, etc. Los fármacos nos pueden quitar el síntoma, pero nos pueden incapacitar para poder comprender mejor la situación y consiguientemente poner los remedios más oportunos.
La actitud adecuada en la utilización de los fármacos es cuando existe sintonía con el médico o psiquiatra. Bien puede ser la instauración de un tratamiento farmacológico o el realizar alguna prueba diagnóstica o determinar que no se precisa ninguna medida terapéutica. Es necesario facilitar una información cualificada sobre los efectos de los mismos, por el profesional de la salud. Es un gravísimo error el tener como única fuente de información Internet para saber las aplicaciones de un fármaco y mucho peor el querer seguir un tratamiento encontrado en la red.
Otra postura extremista consiste en rechazar la medicina oficial y una defensa a ultranza de la medicina natural. Estos productos tienen menos controles sanitarios y por lo tanto existe mayor riesgo de que sean nocivos para la salud.
También pueden ser tóxicos cuando no están bien dosificados o se mezclan con otras sustancias.
La farmacopea ha salvado muchas vidas. Hemos conseguido un mayor nivel de bienestar. Pero no podemos olvidar que el fármaco también se ha utilizado de forma inconveniente y que en ocasiones se abusan de los mismos. Una información cualificada y el uso racional de los medicamentos son los pilares para conseguir una adecuada salud física y psíquica.