Pagar
Me llamó la atención la enorme fila que había para pagar deudas en un supermercado. Era Sábado de Carnaval. Mientras me atendía la cajera del súper, comenté
Me llamó la atención la enorme fila que había para pagar deudas en un supermercado. Era Sábado de Carnaval. Mientras me atendía la cajera del súper, comenté en voz alta que “dicen que el panameño es malapaga, pero vean cuántos están en la fila hoy Sábado de Carnaval”. Indiqué que en Carnaval por lo general no se pagan las deudas en este país. Hubo algunas risas por mis comentarios. Para darle base señalé que los bancos estarán cerrados varios días y los cajeros automáticos pueden quedarse sin dinero. Pensé que Panamá ya no es el país pequeño.
Esta ciudad ya pasa del millón. Hay de todo tipo de personas. Por eso no es fácil generalizar costumbres y características. Digo a mis alumnos que si no han hecho una investigación, nunca digan “todos” o “ninguno”. En ese instante estaba cayendo en esa situación pensando que los panameños en general no cancelan deudas en Carnaval. Para darme ánimo dije que tengo una deuda que no la pagaré en estos días... Pero de que hay malapagas, los hay. Allí están los millones de dólares que deben al Idaan. Es una vergüenza los cortes de agua en viviendas lujosas...
Otro tanto ocurre con la basura. Se quejan de que no las recogen, pero miles no pagan por eso. Los que manejan negocios de tarjetas de crédito y préstamos saben de los miles de compatriotas “engrampados” con deudas enormes. En el Ifharu hay historias lamentables de fiadores que pagaron miles porque el beneficiario no lo hizo. Varios ganan buen dinero... pero no pagan a la institución que financió sus estudios. Científicos sociales indican que entre los latinoamericanos hay una “subcultura” de no pago de deudas. Lo unen al llamado “juega vivo” y machismo de muchos que piensan que pueden salirse con su irresponsabilidad.
Es bueno que desde pequeños resaltemos el valor social de pagar deudas. Cuando comencé a trabajar, mi padre me dio consejos simples: “paga tus deudas primero y ahorra algo, aunque sean centavos todos los meses”. Creo que como experimento sociológico o demasiada confianza no pagué la deuda que tenía. El Martes de Carnaval en la noche me llamó “una grabadora” para decir que no la había pagado. ¿Cómo supieron que no estaba carnavaleando?