Paz y alegría
Barrios exclusivos, barriadas, empresas, instituciones y comunidades de llanos y montañas en nuestro país celebran las fiestas decembrinas con paz y alegría. Las copas se empinan
Barrios exclusivos, barriadas, empresas, instituciones y comunidades de llanos y montañas en nuestro país celebran las fiestas decembrinas con paz y alegría. Las copas se empinan hasta el cielo, dándole gracias a Dios por lo mucho o poco que tenemos. Pero, pasa algo! ¿Quién sabe por qué estamos donde estamos? Con identidad nacional, rascacielos, dólares en el bolsillo, jauja y con medio Panamá añorando ser diputado, alcalde o concejal con el sueño inequívoco de robar a guisa de Dimas el buen ladrón? Yo sí sé por qué estamos donde estamos con paz y alegría, a pesar de todo.
Miren, cuando veo a los “pelaos” del Instituto vandalizando con disfraces de beduinos famélicos, me uno a su bandera y repudio al sistema educativo que no enseña con sinceridad lo que tiene obligación de enseñar.
En la paz del Día de las Madres, coincidí con cuatro “culicagados” tirapiedras que no sabían cómo fue el rechazo del tratado Filos-Hines del 22 de diciembre de 1947 que mantendría 136 bases militares aquí. Menos que entonces era presidente Enrique Jiménez (a quien respeto) que gracias a un gringo- alemán hizo la Zona Libre de Colón, el Abel Bravo e innumerables infraestructuras y que debía favores a los caras pálidas. Don Jiménez firmó el tratado, pero él era digno hasta la médula y sabía que sus aliados y enemigos de la asamblea unánimemente dirían que no, sobre todo porque afuera en el patio de las bóvedas (allá quedaba la asamblea) estarían atrincherados 15,000 panameños alumbrándose con velitas y fogones. Por eso en estos tiempos de paz y alegría brindaré por mártires y héroes de aquella época que nos tienen donde estamos: Sebastián Tapia fue baleado, el Poeta Atómico, Torres Gudiño, Jorge Illueca y a todo el pueblo panameño que supo decir no… ¡Ahí está pues!, se fueron esas 136 bases y Panamá sobrevivió, y hace poco se fueron las últimas catorce y fíjense por donde estamos. Ahora no se equivoquen, que los gringos no son tan perversos como otros imperios, si no pregúntele a la masacrada Chechenia y como quien no quiere la cosa, también a los ucranianos.