Recreo
Nos encantó escuchar a esos niños reír. Era música para los oídos. Había un recreo que hace varios años no veíamos. Corrían
Nos encantó escuchar a esos niños reír. Era música para los oídos. Había un recreo que hace varios años no veíamos. Corrían alegres por entre las plantas. Sol radiante y brisa fría daban a ese sitio de Volcán algo especial. Mucha vida sin estrés ni peligro... Eran dos chicos de unos ocho años. Acompañaban a su padre norteamericano y madre panameña a ese lugar turístico.
Nuestras mentes los imaginaban encerrados por meses en un departamento. Pasarían horas sin moverse frente a un televisor o videojuego. Ahora ante el contacto con la naturaleza no podían ocultar la emoción que sentían. Pensamos en que niños del mundo actual están perdiendo las cosas bellas de la naturaleza. Algunos se convierten en adictos a los artefactos tecnológicos que pueden afectarles la salud.
El aumento de peso en la niñez actual se debe en parte al sedentarismo (sin movimiento). Sus cuerpos en crecimiento necesitan el ejercicio, actividad que les dará salud. El más atractivo y complicado aparato de diversión no les brindará esto. También pueden sufrir de la columna, ni hablar de las digestiones “pesadas”.
Conocí el caso de un panameño casado con norteamericana cuyo hijo de 16 años estaba enviciado con la internet. Su padre le contaba lo emocionante que era jugar con sus amigos en la calle o el patio. Corretear por herbazales imaginando que se estaba de cacería en África o una birria de bolitas de cristal. ¡Qué va! el adolescente gringo consideró que su padre lo maltrataba y se fue de la casa.
Volvió años después, pero ya le había causado un trauma a su papá que no entendía los nuevos tiempos. Nadie puede oponerse al modernismo en la sociedad. Eso no significa dejar de vivir las cosas bellas de la naturaleza. Ver el asombro y alegría de esos “gringuitos” en Volcán no se compara con el éxito al ganar un complicado juego electrónico.