Snowden, nuestra última aventura
Los tiempos no podían ser más curiosos. Mientras el texto de la nueva y controvertida Ley de Comunicación se encuentra en proceso de impresión bajo las rotativas
Los tiempos no podían ser más curiosos. Mientras el texto de la nueva y controvertida Ley de Comunicación se encuentra en proceso de impresión bajo las rotativas del Registro Oficial, el Ejecutivo se halla procesando la solicitud de asilo presentada por Edward Snowden, el funcionario de la Agencia Nacional de Seguridad que reveló un supuesto espionaje del Gobierno norteamericano a millones de ciudadanos de todo el planeta.
Y al tiempo que la nueva ley es condenada por infinidad de círculos políticos, intelectuales y periodísticos como un instrumento autoritario que coarta la libertad de expresión, el Gobierno ecuatoriano invoca esa misma libertad para "considerar" el asilo.
Todos sabemos que si Snowden hubiese cometido la misma falta contra el gobierno de Alianza País, sus huesos habrían terminado en una cárcel. Con frecuencia, las formas políticas enmascaran otras realidades.
Con su escape, Snowden ha desatado un conflicto diplomático global que involucra, por el momento, a Ecuador, Rusia, China y, eventualmente, a Cuba y Venezuela. Sin embargo, solo el Ecuador ha optado por "estudiar" la petición de asilo y, según Assange, otorgar papeles de refugiado a Snowden. Entretanto, China y Rusia, verdaderas potencias económicas y militares, han preferido evitar un callejón sin salida diplomático y entregar al Ecuador, un país dolarizado y altamente dependiente del comercio con los EE.UU., esta carga explosiva llamada Snowden.