Opinión - 14/3/14 - 03:13 AM

Sobras

El caballero de edad madura llegó sin hacer ruido y de manera natural. Vio el panorama y encontró lo que buscaba. Como si fuera lo más normal,

Por: - Viernes 14 de Marzo de 2014 3:13 AM

Milcíades Ortiz / Milcíades Ortiz

El caballero de edad madura llegó sin hacer ruido y de manera natural. Vio el panorama y encontró lo que buscaba. Como si fuera lo más normal, se sentó en una mesa vacía donde estaban sobras de un almuerzo que no habían sido recogidas por el mesero. Miré de manera disimulada y me dio pena verlo revisar platos, servilletas y vasos. Halló un pedazo de emparedado... y se lo comió. Añadió dos o tres papas fritas y por último tomó hielo derretido y gotas de soda de un vaso olvidado.

Fue penoso observarlo. Bajé la vista hacia mi plato y seguí masticando como si no me hubiese enterado del asunto. El caballero descansó un rato y luego se fue como había venido: en silencio y con pasos firmes. Estuve tentado a pagarle un almuerzo. No lo hice porque sería mostrar que había descubierto su angustiosa situación económica. Recordé que por muchos años he sabido del despilfarro de comidas en aviones, hoteles y hogares pudientes del mundo.

Luego de salir del restaurante mi mente no dejaba el torbellino de recuerdos y datos sobre producción, desnutrición y el mal de hoy, el exceso de peso. Ya la obesidad es considerada en EE.UU. un mal tan negativo como la desnutrición. Aquí cada día aumenta el número de gordos (as) y las enfermedades que provoca. Vivimos en un país y mundo de contrastes. Días después del suceso me enteré de que el Banco Mundial había hecho un estudio en el planeta y encontró que la tercera parte de la comida se pierde.

Hay países de África, Asia del Sur y América Latina donde millones de personas se acuestan con hambre o mal alimentadas. Las pérdidas de alimentos se dan desde la producción hasta el consumo. Sorprende que las cifras indiquen que en los EE.UU., más del 60 por ciento de la comida que se compra... ¡se daña en las refrigeradoras! Se conoció que frutas y verduras se botan más de la cuenta. Saber esos datos me alivió un poco. Que haya panameños que coman las sobras que dejaron otros no es nada del otro mundo.

Tampoco hay que echarle la culpa al Gobierno o a la mala distribución de la riqueza... Pero mal de muchos, ¿consuelo de tontos?