Transporte pirata
La decisión de prorrogar el servicio de los llamados “taxis y busitos piratas” debe verse con dos ópticas.
En primera instancia se legaliza lo ilegal porque no tienen seguro a los pasajeros en casos de accidentes, no pagan impuestos y viven en el océano de la clandestinidad.
Sin embargo, es necesario reconocer que el servicio que brinda en Metrobús y las rutas hacia la Décima provincia y sectores de San Miguelito, es pobre, deficiente, lento e inoperante.
A diario, miles de usuarios pasan un vía crucis para llegar a sus centros de trabajo y luego retornar a su hogar. La tortura consiste en levantarse más temprano en la madrugada para ir a una parada y convertirse en un verdadero gladiador para pelear, subir a una unidad y encontrar un espacio.
Mientras los burócratas dan declaraciones a los medios de comunicación que el asunto se resolverá, los usuarios son los que sufren a diario sin que se ponga la cascabel al gato.
Lamentablemente, los servicios “piratas” se convirtieron en una solución a los usuarios que pagan la tarifa que el transportista se le antoje, ya que no están regulados por ley.
Ojalá las distintas rutas del metrobús y de la décima provincia encuentren el camino al final del túnel, porque son los panameños de pie quienes viven esa pesadilla.
El Estado es el que debe velar porque este tipo de servicio sea eficiente y coherente con la tarifa, de lo contrario sería como lanzarse de un avión sin el respectivo paracaídas.