Violenta Navidad
La paz, que debió reinar con más fuerza en esta Navidad, se vio ultrajada por la ola de crímenes que se extendió al ritmo de la pólvora, pero no la de las bombitas, sino la de las balas... Las de verdad, las que matan...
La violencia le arrancó la vida al menos a 4 personas, 2 de ellas en la ciudad de Colón, y las otras dos, en la capital.
Lo que debió ser la Nochebuena para las familias de las víctimas se convirtió -tal vez- en la noche más dolorosa de sus vidas.
Es que en lugar del regalo de la vida, recibieron el golpe de la muerte y en lugar del abrazo de la alegría, sintieron el dolor de la tristeza.
La situación de la criminalidad panameña no escapa a la realidad de latitudes cercanas.
Es que solo en Honduras, entre la Nochebuena y Navidad, murieron 20 personas, lo que significa un reto para las autoridades y la misma sociedad civil de volver a replantearse el valor de la vida, sobre todo en las nuevas generaciones.
El mensaje de paz y de cese a la violencia que envió el papa Francisco -a algunos países en específico- debe ser acogido por nuestros pueblos, independientemente del credo religioso que se profese, porque el Dios que se hizo Niño en un pesebre es el Dios de la Vida en un continente que se confiesa predominantemente cristiano.