Cocalito, pueblo de pocos habitantes

Por: Adiel Bonilla La Voz del Interior -

Cocalito es un pequeño caserío ubicado donde termina el mapa de Panamá.

Culturalmente está ligado a la comarca Emberá-Wounaan, geográficamente pertenece a la provincia de Darién, pero su conexión comercial es con Colombia.

A pesar de estas aparentes contradicciones, sus habitantes siempre han tenido bien clara su identidad panameña.

Y por varias generaciones han transmitido el orgullo de ser emberá, darienitas y panameños.

Justamente este fuerte sentimiento de identidad es lo que los ha mantenido viviendo en este paradisíaco rincón de Panamá, que por décadas sufrió el abandono de las autoridades istmeñas.

Belleza natural

Punta Cocalito es un lugar digno de visitar por su belleza natural, la cual está matizada con clima tropical, y abundante flora y fauna.

Detrás está el indómito tapón del Darién, y al frente el vasto océano Pacífico, que se puede disfrutar desde la vista alta de las colinas cercanas, o desde los varios kilómetros de playa -limpia y salvaje- que bañan su costa.

Los niños juegan entre las muchas palmeras de coco (de donde viene el nombre del pueblo) o en los riachuelos cercanos, mientras las mujeres se ocupan de labores hogareñas, y de una sociedad que administra la única tienda del lugar.

En tanto que los hombres son audaces pescadores. De las aguas cercanas obtienen el pargo, el pez congrio, la tuna o el pescado bravo, que llevan a vender a los pueblos colombianos cercanos.

'Somos pocos'

Pero ¿cómo se explica que la mayoría de los panameños no sepan que existe Cocalito? ¿Por qué las autoridades tardaron tanto en incorporarlo a la soberanía del territorio nacional?

La respuesta puede venir en dos direcciones: primero por lo remoto de su ubicación, y luego por su poca población.

No hay forma de llegar vía terrestre, solo por el mar. La comunidad darienita más cercana es Jaqué, distrito de Chepigana, desde donde hay que navegar varias horas para llegar hasta Punta Cocalito.

Y en cuanto a su población, solo son 50 habitantes, contando niños y adultos.

"Sí, somos pocos, pero somos panameños y merecemos igual trato que el resto del país", dice en tono firme Edores 'Pilacho' Pacheco, el nocó (autoridad) del pueblo.

La última bandera

La lucha por este trato igualitario tomó varios años, y fue inspirada por la singular petición de una bandera.

Siempre quisieron tener una gran bandera para colocar en un punto alto, a fin de que las embarcaciones que pasaban cerca, algunas en actividades al margen de la ley, supieran y tuvieran claro que se trataba de territorio panameño.

"Anteriormente se escuchaban disparos. Pasaban por acá grupos de la guerrilla colombiana. Y aunque nunca nos hicieron nada, eran intimidantes", recuerda 'Pilacho'.

Pero desde hace unos 10 años, las exigencias del pueblo panameño de a poco fueron surtiendo los resultados esperados.

Hoy, en lo alto de una estructura a manera de faro, ondea una enseña tricolor, que literalmente es la última bandera panameña en el litoral pacífico.

Desde allí, a solo 45 minutos en lancha está el municipio colombiano de Juradó, departamento de Chocó.

Y entre los logros de los moradores de Cocalito (ligados comercialmente a Colombia, pero muy panameños), está la construcción de una escuela, y más reciente la instalación de un puesto de vigilancia permanente, que está a cargo del Servicio Nacional de Fronteras (Senafront).

Lo anterior es un logro que va revestido de un dato curioso. Y es que en una medida per cápita, hoy por hoy Cocalito es uno de los lugares más seguros de Panamá, ya que al menos 15 unidades del Senafront garantizan la seguridad (24/7) de sus 50 habitantes.

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