Hans Zimmer busca huir del cine y de su propio nombre en su nuevo espectáculo
Zimmer resaltó el valor de su música en sí misma, más allá de las proyecciones de las que forma parte, porque él escribe "primero para la gente y segundo para la película".
Hans Zimmer (Alemania, 1957) quiere dejar de ser el Hans Zimmer de "Gladiator", "El Rey León" o "Interestelar" para dejar a un lado las películas y su propio nombre, y que permanezca lo realmente importante: la música.
El compositor cinematográfico más prolífico y popular de los últimos tiempos se embarca en un nuevo proyecto "The World of Hans Zimmer-A Symphonic Celebration", en el que traslada sus conocidas bandas sonoras a la orquesta sinfónica.
Un paso más en la carrera de este laureado compositor pero que, tal y como reconoció en una mesa redonda con periodistas en Londres, no le lleva a plantearse zambullirse en el mundo de la música clásica.
"Ingenuamente siempre he pensado que el cine es la ópera del siglo XXI", manifestó Zimmer quien, sin embargo, hizo un alegato en favor de los jóvenes y su capacidad para apreciar una orquesta.
"No hay que creerse lo que dice la gente de que los jóvenes no prestan atención mucho rato, que hay que tocar cosas cortas. Creo que pueden divertirse junto con la gente más mayor escuchando una orquesta", aseguró.
Zimmer resaltó el valor de su música en sí misma, más allá de las proyecciones de las que forma parte, porque él escribe "primero para la gente y segundo para la película".
"La mayor parte del tiempo una película ya está completa por sí misma, tiene grandes diálogos, actores, efectos. ¿Qué hago yo ahí? Soy el subtexto", señaló el creador.
Por eso, ahora el alemán quiere que sea la música la que cobre el verdadero protagonismo y deje libertad al espectador para "imaginar su propia película" que no tenga que ver con la historia del largometraje.
"Quería presentar la música de la forma más simple y que la audiencia la experimente por sí misma", indicó, aunque sin pretender hacer de menos al género de la gran pantalla.
"Las películas son entretenimiento pero también te están contando la historia de la experiencia y condición humanas", proclamó, y argumentó que es por ello que hace películas como "12 años de esclavitud" o incluso "Piratas del Caribe", porque hay "subversión" en ellas.
"No es solo por hacer dinero", declaró y recordó que él antes de hacer los filmes que ha hecho no sabía si iban a tener éxito o no y que escoge sus trabajos por "razones personales".
Por ejemplo, relató que "El Rey León" (1994) parecía que iba a ser un "desastre" a nivel de producción en un principio, pero que aún así la eligió porque quería hacer una película infantil a la que poder llevar al estreno a su hija, que entonces tenía seis años.
Además de valerle el único Óscar de su dilatada trayectoria, "El Rey León" sirvió a Zimmer para enfrentarse a la muerte de su padre, cuando apenas era un niño, a través de Simba y el trágico fallecimiento de Mufasa.
"Si escuchas la música no es música de dibujos animados, escribí esas canciones para mi padre", evocó.
Además de las razones personales, Zimmer aseguró que otro de los imprescindibles para que se decida a trabajar en una película es que tenga un director que le guste.
El de Fráncfort, que ha trabajado con directores de la talla de Ridley Scott, Christopher Nolan o Terrence Malick, reconoció que las personas con las que trabaja tienen que "aportarle" y deben ser gente con la "que quiera pasar tiempo" de su vida.
Sobre su proceso creativo, Zimmer se auto impuso la etiqueta de "dictador" porque es "muy perfeccionista" y le gusta controlar todos los sonidos.
"Tengo que hacerlo todo yo primero pero después me convierto en un dictador benigno e invito a todo el mundo a que aporte sus ideas y ya se convierte en una colaboración", sintetizó.