‘Coca’, de guerrillera a perra fronteriza
El reloj marcaba las 11:30 a.m. del 17 de julio bajo un cielo azul. El cantar de las aves era interrumpido por el estruendoso sonido de un
El reloj marcaba las 11:30 a.m. del 17 de julio bajo un cielo azul. El cantar de las aves era interrumpido por el estruendoso sonido de un helicóptero de donde un comando de 10 unidades de fuerzas especiales de fronteras bajaban por una cuerda en medio del sembradío de coca.
Al irse el primer helicóptero del Servicio Nacional Aeronaval, los ladridos de una perra se escuchaban de forma incesante en medio de la espesa selva de Madugandí, en Darién. También se escuchaba el pisar en fuga de los ocho insurgentes que, hasta ese momento, realizaban las labores de cosecha en el enorme sembradío detectado en este país, perteneciente a las FARC.
No fue un buen recibimiento. Una perra, para sorpresa de todos, era la única habitante en esta inhóspita área.
“Coca”, así fue como la bautizó un comando del SENAFRONT, en alusión al sembradío descubierto para la producción de cocaína. “Coca” parecía ser la encargada de brindar seguridad en 8 hectáreas ubicadas en medio del cordón fronterizo entre Colombia y la provincia Darién.
La impetuosa perra criolla que defendió su territorio de los desconocidos que invadían su hábitat, hoy día forma parte del Servicio Nacional de Fronteras.
Ataque canino
En los breves minutos que los uniformados de SENAFRONT estuvieron en suelo darienita, el ladrido de un perro se hacía más fuerte. No se distinguía entre macho o hembra.
Era una perra que defendía su territorio contra los nuevos visitantes que tomarían el control de los cinco complejos que conformaba el sembradío de coca, ubicado a 14 kilómetros del poblado Madugandí y a 3 kilómetros de la frontera con Colombia.
La can de color amarillo gruñía a los recién llegados, y cada vez sus ladridos eran más fuerte cuando la seguidillas de helicópteros aterrizaban en el improvisado sector selvático.
Uno a uno los uniformados con fusiles de asalto tomaban el control del área, y la perra se enfrentaba como una fiera, pero retrocediendo frente a lo que sentía era una agresión.
Se convirtió en guía
No pasó mucho tiempo cuando la perra se vio rendida. Los uniformados desconocían al principio la magnitud del área de la siembra de hoja de coca en territorio panameño. La perra ya no se mostraba agresiva y decidió guiar al batallón en plena jungla a través de las trochas que comunicaban con los complejos de siembra, cosecha y al laboratorio de procesamiento de coca.
En pocas horas, el animal se unió a más de un centenar de unidades fronterizas que sitiaron el sembradío más grande en tierras panameñas.
Ante la incertidumbre de los agentes fronterizos sobre minas antipersonales en el lugar, la perra los orientó con sus pisadas seguras.
Los fronterizos suponían que era la rutina diaria de la canina por los sembradíos con sus antiguos dueños de orígenes colombianos.
Ante el recorrido, la perra criolla se mostraba bastante recelosa de los visitantes: no comía lo que los panameños le brindaban a pesar de participar en los recorridos como una gran guía.
No comía
“Coca” se hizo “la dura”: no quería comer, reveló un fronterizo.
Al pasar los días, cuando se inició la destrucción de los plantones de coca, la perra observaba el trabajo y el hambre la azotó. Ya no pudo más. Ella nunca estuvo flaca. Parecía haber sido bien tratada con todos los cuidados de una trabajadora o de una mascota querida. Tiene aproximadamente dos años y se unió voluntariamente a los fronterizos.
Las sobras de comida lanzadas en el área, eran invadidas en segundos por enormes hormigas. La perra se batía en un nuevo duelo: luchar contra las hormigas por los restos de comida.
Entre varias picadas, la perra se revolvía hasta tragar la deseable comida en medio de la selva de Darién.
Tras la visita de equipos periodísticos nacionales e internacionales para la presentación oficial del destruido sembradío de coca, la perra se unió a la breve exploración por parte del ministro de Seguridad José Raúl Mulino, y el director de SENAFRONT, Frank Ábrego y otros oficiales, acompañando a la comitiva y dio la bienvenida moviendo el rabo.
“Coca”, secreto de los guerrilleros
Un fronterizo, entre risas, manifestó que si esa perra pudiera hablar todo lo que sabe sería una verdadera fuente de información. “Ella sabe todos los caminos y trochas, y decidió quedarse con nosotros en la operación”, dijo.
El nombre de “Coca” le fue puesto por los fronterizos.
Adopción
Tras la destrucción de los 54 mil plantones de coca en las ocho hectáreas, la perra fue trasladada por un uniformado de SENAFRONT y actualmente se encuentra en el puesto fronterizo de la comunidad Unión Choco, ubicado en el Alto Tuira, en Darién.