El calvario de un sobreviviente
“El día de mañana no está prometido para nadie”, según la Santa Biblia, palabras que han calado en la consciencia de Juan Muñoz, de
“El día de mañana no está prometido para nadie”, según la Santa Biblia, palabras que han calado en la consciencia de Juan Muñoz, de 15 años, sobreviviente de la tragedia de El Sitio, en Chilibre, donde murió su amigo de 13 años, tras caerle una esfera de acero que cargaba un camión concretero.
Poco recuerda del siniestro Muñoz, a quien la vida dejó de sonreír aquel 8 de enero, cuando caminaba junto a seis amigos hacia la casa de la tía a cazar iguana.
Los inocentes jóvenes iban conversando cuando un camión concretero que cargaba una estructura de acero que pesa más de dos toneladas se salió del vehículo y los embistió. Al primero que golpeó fue a Kevin Saúl Beitía, de 13 años, a quien arrastró, mientras que a Juan solo lo lanzó. Los otros cuatro resultaron ilesos.
Beitía murió al instante, informó la hermana, la noticia del deceso la dio a conocer el médico de la clínica donde fue llevado, mientras que a Juan se le partió el hueso fémur del muslo izquierdo y un golpe en la cabeza lo hizo perder el conocimiento.
Un mes y once días después de la tragedia, Juan nos recibió en su casa y contó el calvario que vive y cómo la vida le ha cambiado.
En su humilde morada, sosteniéndose por dos muletas, explicó que los doctores lo operaron en el Hospital Santo Tomás y los cirujanos le explicaron que recuperarse tomaría entre dos a tres años y, con terapia, quizás vuelva a caminar por sí solo.
Calvario
Algo parco y nostálgico, Juan recordó el calvario que vivió en el hospital: “cuando llegué, el hueso de la pierna atravesaba el muslo izquierdo. Estaba afuera de la carne y podía verlo, era como una película de terror. Una máquina se encargó de acomodarlo”, explicó.
Para unir el hueso, los doctores atornillaron la pierna y colocaron una platina.
Sin embargo, por la noche y la madrugada, cuando hace mucho frío, Juan siente un dolor insoportable e indescriptible por lo que debe tomar una pastilla para aliviar el sufrimiento.
Quién era Juan
Antes del accidente, Juan era un chico risueño, activo, conversador, quien jugaba fútbol, su principal pasión, no paraba en casa, pero esa mala jugada de la vida le cambió su formar de convivir.
Ahora dos muletas se han convertido en sus mejores amigas, lo acompañan a donde va. También se apoya de su madre, quien junto a su padrastro lo ayudan a realizar las tareas cotidianas.
Una vez al mes tiene cita médica para evaluar su condición física.
El pie izquierdo no lo mueve, y los dedos ni se diga. Por último, le salió una llaga en el talón, que un doctor reventó y como secuela le ha quedado un hueco feo.
Privaciones
Juan es un estudiante regular que cursaba el tercer año, en el centro de educación básica general Monseñor Francisco Beckmann, ubicado en el corregimiento de Las Cumbres.
A días de que inicie el año lectivo 2014, se verá privado de asistir a clases como el resto de sus compañeros, debido a la herida. Los profesores, conscientes de su condición de salud, permitieron que continuara con la enseñanza, solo que en vez de presencial, lo hará por medio de módulos.
También le resulta incómodo que su madre tenga que ayudarlo a bañar en una edad como la pubertad.
Peticiones
Carmen Muñoz, madre de Juan, pide que se haga justicia y que el conductor del camión, Carlos Cedeño, se haga responsables de los daños ocasionados. Su hijo debe salir de San Pablo, en Alcalde Díaz, donde viven, a pie y no puede andar en un autobús para acudir a la cita médica, por lo que deben correr con los gastos de un carro y los medicamentos. Toma una píldora diaria que una cuesta dos dólares.
La familia acaba de construir una casa en un terreno de invasores y el piso es de madera, en donde se traba la muleta y en reiteradas ocasiones el joven se ha caído.
La madre dejó de trabajar limpiando oficinas para cuidar al más chico de sus tres hijos y no recibe ayuda económica.
Supuestamente, el chofer del camión debe firmar los 15 y 30 de cada mes.