Cuando las necesidades apremian o la mente está dispersa por el polvo blanco, las consecuencias de los actos, parecen no importar. Es el caso de este indigente, quien encontró en las aguas estancadas de un afluente que corre por la Zona Libre de Colón, el lugar perfecto para apaciguar el calor. El hombre disfruta, zambulle su cabeza bajo el agua contaminada que se desliza por su cuerpo y se siente pleno. Es su paraíso o mejor dicho, un balneario para este piedrero.
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