El buaycito Odoneo siempre ha sido un presumido y trata de aparentar lo que no es. Quiere ser rico de todas maneras sin haber heredado una buena fortuna, o estudiado en una buena universidad y sobre todo sin haber tenido las habilidades de ciertos pacieros que de la noche a la mañana se les ve manejando un carrazo de lujo como los que exhibía Murcia por esas calles por donde transita el pobre con sus cacharpas proletarias.
Odoneo trabajaba en una empresa muy poderosa propiedad de una de esos manes extranjeros que están llegando al país con sus alforjas bien repletas de chen chen atraídos por las facilidades que brindamos a los inversores foráneos. Odoneo al ver tanto lujo que tiraban los magnates se dijo, envidioso, que él tenía que llegar bien alto.
Este man es muy exigente a la hora de escoger sus amoríos.