El pacierazo Serafino, de 32 años, era el galán más codiciado por las curvilíneas en edad casadera y también por las mujercitas casadas, viudas o dejadas por sus quita fríos. El man tenía un buen trabajo y ocupaba el cuarto que está frente al palo de mamón, el más ventilado y a donde llegaba la brisa del cerro Ancón. Ya habían averiguado que Serafino era solterito y sin compromisos y muchas de las bellezas del patio limoso hacían apuestas para ver quién se quedaba con ese buaycito.

La que se consideraba sólida con Serafín era la curvilínea mulata Caridad. Era una guial jovencita. No pasa de los 20 años y no había sido maltratada por la vida porque dos años atrás se había juntado con el que fuera su quita frío oficial, el terrible ladronazo apodado Patí.

Este man era demasiado mujeriego y de vez en cuando sospechaba que Caridad le pagaba con la misma moneda teniendo su vacilón con cualquier man del patio limoso o de los alrededores, le propinaba una paliza salvaje que hacía inevitable su traslado al cuarto de urgencias cuyos dueños y señores eran los galenos Esculapio y su ayudante, la también doctorcita Capsulita, un paisito muy apetecido tanto por todo el personal del hospital como también por los pacientes y claro está por el doctor Esculapio de quien se decía, era el amiguito de la galena.

Mientras tanto la negrita Caridad se cansó de las palizas que propinaba Patí y fue donde el juez

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