Aprende lo que vuelve loco a un hombre


Freud llamo a la sexualidad femenina el dark continent y alguien dijo alguna vez que si el deseo del hombre tenía la simplicidad de un enchufe, el de las mujeres, algo más complicado, podía semejarse al cuadro de mandos de un avión. Para que negarlo, las chicas somos más sofisticadas en todo, hasta en el sexo, y eso nos ha traído también nuestros problemas. Por seguir con las metáforas de los aparatos, podríamos comparar una máquina de escribir —él— con un ordenador —ella—. Este último cumple más funciones, pero también se estropea con más facilidad y requiere de más conocimientos para su correcto funcionamiento. La mayor dificultad del género femenino para llegar al orgasmo es una de las facturas que hay que pagar por tener precisamente esa capacidad multiorgásmica. Retorcido, ¿verdad?

Pero pensar que los hombres son unos seres básicos y elementales que responden a los estímulos sexuales con la velocidad de un resorte, mientras nosotras somos complicadas y difíciles de satisfacer, sería mantener una visión pedrestre y limitada del asunto. Hace tiempo que ellos ya no vienen de Marte, ni nosotras de Venus. Ahora cualquiera puede proceder de multitud de planetas e incluso ser un lunático, por lo que, si es verdad que la cosa ha ido adquiriendo cada vez más variedad y color —como en el bar de La Guerra de las Galaxias—, también se ha incrementado la dificultad a la hora de desplegar tácticas y estrategias de seducción.

Más complejo de lo que parece

Si excitar a un hombre fuera tan sencillo como dejar la mayor superficie de piel a la vista y ser tan experta en el sexo oral que se podría escribir Fellatio para Dummies, el mundo sería mucho más fácil, pero me temo que no es así. Los hombres son, en el fondo, casi tan complicados como nosotras. Desean cosas que cuando las ven llegar les dan miedo; están cansados de llevar siempre la iniciativa pero, a menudo, cuando una mujer lo hace toman las de Villadiego y, en el fondo, muchos desearían que su pene no fuera la viga maestra sobre la que se apuntala una noche de sexo; pero explorar otras zonas erógenas, como por ejemplo su punto G —que se sitúa en el ano—, despierta en muchos el fantasma de la homosexualidad.

Según Santiago Frago, sexólogo y codirector del Instituto Amaltea, centro especializado en sexología, en Zaragoza, “el hombre sufre hoy una crisis erótica porque se ve obligado a cumplir unas expectativas muy altas. La mujer, más informada e interesada en el sexo que generaciones anteriores, tiene que sentir placer y eso genera mucha presión. En cierta forma, todavía existe la idea equivocada de que no hay mujeres frígidas sino hombres inexpertos. Además, seguimos teniendo un modelo de sexualidad muy centrado en la genitalidad, en donde la estrella sigue siendo la penetración, y por consiguiente, la buena disposición y funcionamiento del hombre es fundamental. En las consultas vemos que la mayor preocupación de ellos es conseguir que la mujer disfrute y que llegue al orgasmo, porque permanecemos centrados en este fin, cuando deberíamos estar más preocupados en obtener placer durante todo el encuentro sexual, no solo al final”.

Las cinco preferencias masculinas

A pesar de todas estas peculiaridades a tener en cuenta, todavía es posible hablar de ciertas inclinaciones que comparten los varones en cuestión de gustos sexuales, vengan del planeta que vengan. Valerie Tasso, apunta en su último libro, El método Valérie(Plaza y Janés, 2013), escrito con el propósito de que las mujeres vivan su propia historia erótica, sin necesidad de recurrir a las que nos proporciona la floreciente literatura de este género, cinco preferencias masculinas indiscutibles. El trío estaría en un primer lugar, claro que este debe estar compuesto por dos mujeres y un hombre; le sigue hacerlo en un lugar público, el sexo oral, el anal y las orgías.

Para muchos hombres el sexo debería ser cosa de tres y una de sus mayores fantasías es formar un triángulo. Como apunta Santiago Frago, “muchos hombres disfrutan con la idea de hacérselo con dos mujeres, porque les excita bastante contemplar a dos chicas juntas, ya que, generalmente, no ven dos lesbianas sino dos heterosexuales jugando entre ellas. Sin embargo, juraría que lo que más abunda es lo contrario: dos chicos y una chica, quizás porque las mujeres son más celosas y porque a ellos también les pone ver a su pareja con otro hombre”, apunta este sexólogo. Cuidado con lo que se desea porque se puede hacer realidad. Generalmente, la idea de jugar a tres bandas surge en la mente masculina y ella la acepta por complacer a su pareja, pero cabe también la posibilidad de que la mujer le coja el gusto y, pasado un tiempo, no se conforme solo con uno, como le ocurrió a una amiga, para disgusto de su pareja. ¿Pierden las fantasías su magia cuando se convierten en realidad? y, sobre todo, ¿se transforman en pesadillas cuándo se repiten más de lo necesario?

La excitación visual

Otra idea que tenían muy clara nuestras madres respecto a la sexualidad del varón era que el hombre es un ser básicamente visual, con poca imaginación para suponer lo que hay bajo la ropa. También que la línea más corta entre un objetivo masculino a derribar y una mujer es un escote generoso o una minifalda. No les faltaba razón y la lencería es todavía un arma muy potente, pero la teoría de que el hombre se excita más con estímulos visuales ha sido ya descartada, gracias a un experimento que se realizó en la Universidad McGill, en Quebec, Canadá, y cuyo objetivo era calibrar la respuesta sexual en ambos sexos. Los científicos se sirvieron de la termografía para medir la radiación, en términos de temperatura, que emitían los genitales de los sujetos del estudio, mientras contemplaban diferentes imágenes: sexuales y no sexuales. Tanto hombres como mujeres comenzaron a sentir excitación en los primeros 30 segundos. Los primeros alcanzaban su punto álgido en 664,6 segundos, mientras que a las mujeres tardaban algo más, 743 segundos, pero el estímulo en ambos sexos era el mismo.

Santiago Frago puntualiza también que “si hasta ahora la mujer no era consumidora de pornografía no era tanto porque esta forma de excitación no fuera la más adecuada pera su sexo, sino porque el tipo de material erótico estaba diseñado para ser consumido por el hombre. Desde que hay una pornografía más femenina, las mujeres se están aficionando a este tipo de películas”.



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