El Vidajena

Por: Redacción -

La maestra Libretita estaba recién graduada y como siempre ocurre le costó mucho trabajo conseguir una chamba. Ella era una de las chichis más admiradas del patio limoso, tanto por su inteligencia como por su belleza. Muchos pacieros de la vieja casa de inquilinato bebían los vientos por ella, pero, luego de obtener su flamante diploma, ya libreta no era la misma. Ahora se había vuelto más exigente. Ya no conversaba con sus amiguitos de la infancia, con los cuales tuviera uno que otro romance. Testigo de los besos y caricias que intercambió con los buaycitos del patio limoso eran el oscuro zaguán y el palo de mamón, que por las noches se convierte en una boca de lobo.

Ahora el negro tramposo Memín, famoso por la estafa que cometió a las órdenes del Bambino y una pandilla de bribones, era despreciado por la nueva maestra, quien aspiraba a matrimoniarse con algún man con billetes.

Otros pacieros del patio limoso aspiraron a la mano de la maestrita, pero igualmente fueron rechazados. De vez en cuando, para no aburrirse aceptaba citas con Dicky el ricachón, el man de la high class y como era mujer apasionada se quedaba hasta el desayuno con el buaycito aún sabiendo que Dicky era casado y con dos hijos, pero este le prometió divorciarse y casarse con ella.

Cuando Libretita vio que esas promesas eran como hojas secas que el viento se llevaba, se olvidó de los cantos de sirena y vaciló con un político de esos camaleoneros que están en todos los gobiernos y este le consiguió un nombramiento de maestra en un pueblecito interiorano.

Libretita no conocía el interior y le agradó la idea de impartir la semilla del saber en los campesinos, donde seguramente sería admirada y respetada. Ella había oído decir que en esos poblados la maestra es como una líder en la comunidad, una persona distinguida a la que obsequian con gallinas, pavos, dulces típicos como jalea de guayaba, bien mesabe, tortillas pintadas, cocaditas de colores, melcochas, etc. Ella siempre quiso ser como una reina a la que le rindieran pleitesía. Y le había llegado la oportunidad de convertir su sueño en realidad.

Cuando llegó al pueblo de Los Jobitos, el busito Coaster la dejó en la escuela que estaba bastante arruinada, tenía goteras, la puerta frontal se estaba cayendo, había que reparar las bancas y notó otras anomalías. De pronto, un buaycito, montando un caballo bajó, llego hasta donde ella, se quitó el sombrero que llevaba a la pedrada y la saludó muy sonriente. Este campesino era hijo de un ganadero, no de los ricos, si no de un campesinos que había sufrido el azote de los ladrones de ganado. O sea que estaba en la quiebra, pero dicen que en un tiempo fue el más poderoso terrateniente. Ahora estaba pá pierde.

El recién llegado se llamaba Críspulo y con sus todavía pequeñas influencias logró que sus escasos peones repararan la escuela. La maestra pudo iniciar su labor. Entretanto, Críspulo le tiró la caballería y como Libretita pensó que era un ganadero adinerado cayó con él.

Críspulo se la llevó para su finca y se convirtieron en marido y mujer. La maestrita esperó que su maridito le contratara sirvientas, pero, ¡qué va, buay!, Libretita tuvo que agachar el lomo en los quehaceres domésticos. Debía cocinar el mondongo para el maridito y para su suegro, que era un viejo, grosero, déspota, canalla y la humillaba poniéndola a limpiar el piso, y para colmo, Libretita quedó preñada.

Con su enorme barriga, Libretita tenía que impartir clases a unos chiquillos malcriados y que la irrespetaban. La maestra notó que se había equivocado pensando que llegaría a un paraíso donde los lugareños le rendirían pleitesía. Pero, en cambio recibía desprecio de los padres de familia, que no consideraban que ella estaba haciendo una buena labor.

Algunos decían que los conocimientos que ella impartía no tenían valor para los hombres de la campiña, que debía enseñarle a trabajar la tierra, a sembrar lo que luego se comerían. Comprendió que los tiempos y las personas habían cambiado y decepcionada abandonó a su marido y regresó al patio limoso donde hace poco dio a luz y ahora vive en medio de una economía bien apretada.

Se ha juntado con Restituto un vecino del patio limoso al que despreció cuando recibió su diploma. Ahora ve sombrío su panorama con un hijo que el padre no quiso reconocer porque ella lo abandonó y porque Restituto está pilando por el afrecho. Ayer, Críspulo llegó al patio limoso tratando de llevársela para el monte, pero la guial y su nuevo marido, le han dado mansa paliza al cholito quien ha jurado no poner su ojos, otra vez, en alguien que se cree superior al campesino. Se buscará una cholita como él, como debió haberse hecho desde el principio. Tome nota.

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