El Vidajena

Por: Redacción -

El pasiero Panchito estaba solterito y sin compromisos. Tenía 25 años y quería formalizarse. Tener un hogar y un par de comearroces. En otras palabras estaba buscando noviecita. Era muy exigente al escoger la dueña de sus quincenas y la que compartiera el tálamo nupcial.

Vivía con sus padres, don Mello y doña Tula en el patio limoso, pero de otra casa de inquilinato. Esta vetusta vecindad estaba ubicada en el Casco Viejo donde todavía hay viviendas que se resisten a ser derribadas y sus voraces casatenientes las han convertido en diminutos cuartuchos para seguir usufructuando esas casona que datan del tiempo de la colonia española.

A pesar de las incomodidades en que vivía, la mamacita de panchito se preocupaba por prepararle bien sabrozón el palto que hacía las delicias del buaycito: el mondongo picantito que comía con una flauta de pan.

Doña Tulca decía que deseaba cuando su hijo se matrimoniara lo hiciera con una chichi honesta, trabajadora, que supiera cocinar, porque por la comida se llega al corazón del hombre. ¡ah! y muy importante que la



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