El Vidajena

Por: Redacción -

El pasiero Odineo, un cholito obrero de la construcción, como buen creyente había oído hablar del infierno y trataba de portarse bien para no ir a caer en las llamas del averno. Pero lo que el man nunca pensó fue que el infierno no está allá donde dijo Dante, sino que el infierno está en la tierra y él pensaba de esta forma porque había sido chamuscado por las llamas de ese lugar aquí en la tierra. Para Odineo, no había duda, el averno estaba aquí en la tierra.

Hubo un tiempo en que Odineo llevaba una vida feliz. Vivía en el cuarto 666 del piso limoso. Residía solo en su chantin. No tenía quien lo molestara ni quien le pidiera el chenchén que ganaba duramente en la construcción. No se preocupaba por el pebre porque estaba abonado al comedor de Régula que por esos tiempos, por una módica suma, daba de comer a los buaycitos que fueran solteros y responsables.

Pero el diablo siempre anda sembrando cizaña entre la gente que vive feliz. Y eligió como víctima al buenazo de Odineo.

El pasiero se sentía aburrido aquel sábado. Después del trabajo y de cobrar su salario que le pagaron en un sobre amarillo, fue al baño y se quitó toda la mugre. Luego se roció con colonia fina y entonces intentó dirigirse a la cantina El trago amargo, pero lo pensó mejor. Allí se encontraba con las mismas mujeres expertas en quitarle el chenchén a los trabajadores y de pronto sintió como si una iluminación entrara en su cacumen y tratara de cambiar el rumbo de su vida. Se convenció de pronto de que era hora de cambiar. Buscaría a una quitafrío, pero que no tuviera malas mañas, que no fuera

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